Por Scarlett Manzo
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A unos días de las elecciones estoy muy consciente de que se acerca el tiempo para tomar una decisión respecto a los tres candidatos para la presidencia de México. Existe la cuarta opción, claro, de quedarme en mi casa y ajena a cualquier decisión, pero con 18 años, no considero la idea de no votar ni por un minuto.

Cada que pasaba un debate presidencial por la tele sabía que al día siguiente en nuestras horas de recreo las elecciones tomarían un protagonismo entre nuestro grupo de amigas de 17 y 18 años. Ya no es como años anteriores, donde mencionábamos la política pasajeramente y con la idea de que nuestro voto se encontraba en un futuro vagamente lejano. Ahora lo platicamos extensamente y aunque no hablamos con esperanza y optimismo, sí hablamos con pasión y las opiniones fluyen y fluyen.

Sabemos, en esta edad entre niñez y juventud, que este año nuestro rol es más importante de lo que era antes. Y mientras previamente entendíamos que era la participación ciudadana, no es hasta ahora que este concepto aplica a nosotras de manera tan relevante. No es hasta ahora que tenemos que pensar en nuestros valores y expectativas, e intentar igualarlas con algún candidato.

Es un evento curioso, tus primeras elecciones, donde estas influenciada por los comentarios que tus papás hacen a la hora de comer, por los juicios intercambiados por tus amigas en la escuela, por los debates, los tweets, los reportajes, las canciones, los anuncios, los comentarios y toda la muchedumbre de ideas que se arrastra y recicla cada 6 años... y arriba de todo eso se encuentran tus ideas que llevas contigo desde hace años. Hay que intentar no dejarse llevar al pensar en tu país y tu lugar en él. ¿Qué partes de su geografía, cultura, sociedad están moldeadas por tu voz? ¿Qué papel tomará tu voto dentro de él? ¿Qué acciones y reformas del futuro habrán sido impulsadas por tus ideas?

Es una multitud de dudas que no ofrece respuestas claras, y el rol de aquellos que votaremos por primera vez produce un sentimiento de incertidumbre cargado de relevancia y expectativa. Lo que sí sabemos es que votar es un privilegio y responsabilidad increíble; sería un desperdicio inconcebible no llegar a una casilla el 2 de junio y ejercer en todo nuestro derecho un voto que refleje nuestras experiencias, vivencias e identidades.

*Egresada de preparatoria.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.