Por Solange Estrada
Nos encontramos en un momento crítico de la democracia mexicana. Después de la decisión que tomaron los magistrados y la magistrada del Tribunal Electoral, pareciera que la democracia se debilita con cada minuto que pasa. Es cierto que la decisión de la mayoría se tiene que tomar en cuenta, pero ¿qué pasa con nosotros? ¿Quién nos va a representar? Muchos estudiantes y jóvenes, parte de un tercio democrático del pueblo mexicano queda completamente olvidado.
Es por eso que, nos toca a nosotros mismos defendernos. Los estudiantes y jóvenes nos estamos levantando, estamos haciéndonos escuchar pues vivimos en una época donde pareciera que quienes disentimos de las decisiones que nuestras autoridades están tomando, somos completamente ignorados e incluso, silenciados mediante los constantes ataques que recibimos del poder.
Ante el silencio de la oposición y los ataques del régimen, nosotros nos unimos y salimos a marchar ayer domingo 01 de septiembre continuando con una larga historia de movimientos estudiantiles que han cambiado el rumbo de nuestro país y del mundo. El movimiento de estudiantes y jóvenes en defensa del poder judicial se creó a raíz de una preocupación genuina por el futuro del país. Sabemos que se nos criticará, sin embargo, también estamos convencidos de que existe un extenso grupo de personas que se sienten como nosotros. Un tercio democrático al que no se nos escucha. Necesitamos hoy más que nunca, diálogo abierto y democrático. Las mayorías aplastantes no deben significar la eliminación de quienes disentimos.
Al igual que muchos expertos nacionales e internacionales estoy convencida de que la propuesta de reforma judicial representa un retroceso para México. Desde la elección popular de todos los jueces y magistrados del país hasta la sorpresiva noticia de incluir la figura de los jueces sin rostro en el sistema penal mexicano, pareciera que el principio de división de poderes y las garantías de independencia e imparcialidad dejaron de importar.
Es claro que se requiere una reforma judicial. Es un hecho. El sistema judicial tiene muchas fallas. Sin embargo, los cambios se estaban logrando y avanzando. Pareciera que la reforma no busca mejorar sino destruir. Destruir todo aquello por lo que nuestros padres y madres lucharon. Destruir nuestra democracia joven y débil. Esta reforma no es la respuesta. Nada nos asegura que la elección popular va a brindar menos corrupción y nepotismo, ¿qué lógica sigue eso? Sabemos que hay corrupción en el poder ejecutivo y en el poder legislativo a pesar de que son electos por voto popular, ¿por qué eso no pasaría en el poder judicial? ¿qué contrapesos nos van a quedar?
Debe existir una manera en la que podamos reformar el sistema judicial mexicano y al mismo tiempo garantizar a nuestros ciudadanos el respeto a sus derechos humanos. Nuestra Constitución claramente establece que el Estado está obligado a respetar, proteger, garantizar y promover los derechos establecidos en nuestra carta fundamental y los tratados internacionales. Uno de esos derechos es la independencia judicial.
Los estudiantes y jóvenes somos conscientes de esto. Estamos seguros de que debemos hablar ahora pues tal vez, nunca más tengamos esa posibilidad. No importa qué carrera, no importa qué trabajo, la reforma al Poder Judicial nos afecta a todos. Por eso mismo, nuestro lema es “no hay futuro sin justicia”. Sin un Poder Judicial independiente, la posibilidad de hacer valer nuestros derechos se torna inexistente.
Además, no hay mayor señal de que vamos por un camino peligroso que el ataque mediático que estamos recibiendo como movimiento estudiantil. Ataques que recibimos de quienes en su momento defendieron y apoyaron dichas concentraciones, desde el 68 hasta el #YoSoy132. ¿En dónde queda su congruencia?
Nos llaman jóvenes manipulables, volátiles, conservadores, privilegiados, intelectuales orgánicos… entre otros calificativos que no vale la pena destacar. Creen que no sabemos, que no nos enteramos o no nos importa. No podrían estar más equivocados. Los jóvenes somos el corazón de esta nación. Somos el futuro del país. Descalificarnos por nuestra edad o por nuestra falta de experiencia sólo nos da más razones para continuar.
Debemos continuar marchando, gritando, exigiendo que se nos respete y se nos tome en cuenta en la discusión. Incluirnos y escucharnos es su obligación.
Así, yo llamo a todos los estudiantes y jóvenes de México a que nos hagamos oír, a que pongamos de lado las posibles diferencias que podamos tener y que exijamos de la manera en que podamos la continuidad y el mejoramiento de nuestro frágil Estado de Derecho.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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