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Por Stephanie Henaro

Me parece un tanto contradictorio que en el país del nearshoring también se hable de ciudadanos que tienen que salir a defenderse del narco con palas, piedras y machetes.

Es como si de alguna manera dos lineas de tiempo opuestas se entrecruzaran y el país tuviera de pronto dos cabezas mirando hacia direcciones opuestas que se unen en este preciso punto en donde el tiempo y el espacio se interceptan, y con esto a lo que voy, es a romper con la idea de que nuestro pasado tiene que determinar nuestro futuro. Porque afortunadamente existe el presente. 

México nació violento pero eso no quiere decir que deba morir violento y normalizar los 95 asesinatos diarios, la extorsión y el derecho de piso. Mientras que en la otra línea de tiempo el país se vende como un destino paradisiaco para el nearshoring, con el que muchas fábricas planean mudarse para acá. Porque -antes que nada- compartimos 3,152 kilómetros de frontera terrestre con Estados Unidos y los tratados de libre comercio entre México, EEUU y Canadá pueden aligerar los aranceles.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.