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Por Victoria Figueiras
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Era el 7 de abril del 2022 a las 6 de la tarde, nunca pensé que la fecha, una fecha, pudiera ser relevante, eso lo he aprendido, porque en ese momento, no era la fecha, sino lo que mi hija me confesó y que cambiaría nuestra vida para siempre. ¿Qué puede expresar una niña de cuatro años? Un pedido de ayuda que ha sido duro, desgarrador y desgastante, un infierno. 

Había terminado de bañar a mis hijas cuando noté que la pequeña tenía las piernas lastimadas con algo que parecían entre rasguños y costras, le pregunté si ella se estaba lastimando y su hermana le pidió que contara quién se lo había hecho. La pequeña de entonces tres años enmudeció, y así, la de cuatro dijo que se trataba de su tío paterno, Alejandro N, le pregunté entonces a la mayor si a ella también le apretaba las piernitas y contestó que no, que a ella la había tocado. 

Se me hundió el estómago, no sabía qué hacer, y a la vez necesitaba tener más información, encendí la cámara del teléfono para grabar lo que mi hija me contara y pudo decirme el lugar en donde sucedió y quiénes más habían estado ahí. Los hechos sucedieron en la cocina de su tío, al que el padre la había llevado, cuando ella buscaba un dulce. 

Todo el tiempo escuchamos que a los niños se les cree. Sabemos que enfrentamos un sistema que los pondrá a prueba, pero no sé cómo explicarle a mi hija, que quien ha usado ese sistema para dudar de ella, es quien más debería de haberla protegido, su papá. Acudimos los dos a interponer la denuncia, pero él se quedó afuera, así que solo la levanté yo. Mi hija ha sido sometida a tres peritajes y dos entrevistas, en las que su testimonio ha sido corroborado. Han sido dos años donde el ministerio público del Estado de México desapareció pruebas de la carpeta de investigación, permitió al padre actuar en contra de los intereses de la menor, revictímizándola y siendo él quién ha pedido que mi hija sea sometida a más peritajes en criminología, y ahora, el juez Juan Manuel Alejandro Martínez Vitela, absolvió a Alejandro N, porque mi hija de entonces cuatro años, no pudo decir con exactitud la dirección de la casa de su tío, ni la fecha y hora exacta en la que fue abusada sexualmente. 

Han sido dos años de lucha contra el monstruo de mil cabezas, dos años donde mi niña ha tenido que ser más valiente que ser una niña. Mi niña ha tenido que estar en fiscalías, con peritos psicológicos haciéndose pruebas a petición de su propio padre quien no le creyó, a pesar de que nos confesó lo que vivió. A mi niña le afecta el hecho de que su papá haya defendido a su hermano y no a ella. Pero afortunadamente me tiene a mí y yo le prometí que la defendería de TODO y de TODOS si es necesario. 

Hoy voy a cerrar el periférico, porque ya basta de impunidad, porque basta de abusadores infantiles impunes, porque voy a lograr hacerle justicia. Y hasta donde tenga que llegar lo haré. Mi hija no será una cifra más de la impunidad que se vive en este país. Mi hija habló porque confió en mí, y yo no le voy a fallar. 


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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