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Por Zinia Padilla, psicóloga organizacional, maestra en Dirección de Empresas por la EGADE Business School y maestra en Liderazgo Positivo por Tecmilenio. Actualmente funge como directora de Cultura Institucional del Tec de Monterrey.
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Las mujeres nos encontramos en un periodo clave para la humanidad. Nos preceden mujeres, visibles e invisibles, que han hecho aportes extraordinarios a la sociedad; algunos muy conocidos, otros menos, pero todos precursores de lo que hoy nos toca vivir. Somos nosotras quienes estamos rompiendo con los condicionamientos con los que otras generaciones fueron educadas. En nosotras se encuentra la responsabilidad de continuar redefiniendo el rol de la mujer actual y futura.

Es evidente y los datos lo reflejan, las mujeres seguimos muy por debajo de ocupar los puestos de liderazgo. Esto apela no solamente a una cuestión de equidad, sino porque también nos preparamos intensamente para ocuparlos y nos esforzamos el doble (o más) para que nuestros talentos afloren, y que en las organizaciones seamos visibles y nos tomen en cuenta.

El asunto es multifactorial. Encontramos fenómenos como el ‘techo de cristal’, ese conjunto de obstáculos que nos impiden llegar a los puestos directivos de mayor responsabilidad, y que parece ya no ser el mayor obstáculo que enfrentan las mujeres al interior de sus lugares de trabajo. Aparece el ‘peldaño roto’, aquel escalón que por más que “estiremos la pierna” nos pone demasiada distancia para alcanzar el siguiente nivel y, por ende, no nos permite iniciar el ascenso hacia nuestro desarrollo profesional en la escalera corporativa.

El Foro Económico Mundial señala que por cada 100 hombres que son recomendados y admitidos en puestos gerenciales, 72 mujeres son promovidas y contratadas en cargos del mismo nivel. Bajo este contexto, aún prevalece el sesgo de que ellos contratan a más hombres que a mujeres, mientras que ellas optan por contratar a más mujeres que a hombres, pero como hay más hombres gerentes, las mujeres seguimos siendo menos.

El que nos asciendan, o no, depende mucho de en qué industria trabajemos. Por ejemplo, retomando la información pública que comparte el Foro Económico Mundial, los sectores que más se acercan a la paridad de género en cuestión de liderazgo son las organizaciones no gubernamentales (47%) y el educativo (46%), mientras que en las industrias de manufactura e infraestructura la brecha se amplía demasiado, con 19% y 16%, respectivamente.

El liderazgo de mujeres en la práctica

Si ya vas por la escalera corporativa convencida de tu liderazgo, o si ya estás ocupando una posición de influencia y estás decidida a contribuir para que las brechas de género sean menores, déjame reconocerte y felicitarte por ello. Seguramente vives o te ha tocado experimentar en carne propia algo de lo que comentaré y son aspectos que creo debemos tener presente.

Los estereotipos culturales del patriarcado se siguen colando de manera consciente o inconsciente en nuestras mentes, de ahí que tal vez algunos compañeros (o compañeras) de trabajo pensarán que no eres tan capaz de ser líder como un hombre, o que tus responsabilidades familiares (hijos, quehacer doméstico, entre otros) te impedirán darte el tiempo suficiente para ejercer tu puesto.

Aquí es donde tendrás que ser compasiva contigo misma, balancear tu nivel de autoexigencia, ser muy asertiva en tu comunicación, pero, sobre todo, promover una cultura en donde el respeto, la empatía, la honestidad, la igualdad y la tolerancia se conviertan en pilares de tu gestión.

Eso es justo lo que está pasando en las empresas que se abren a la diversidad, la equidad y la inclusión: las mujeres en puestos de alta dirección fomentan y consiguen que su organización se mueva hacia un crecimiento sostenible, de mayor rentabilidad, donde existe un mejor ambiente de trabajo y sentido de pertenencia, llevan más ideas innovadoras, la posibilidad de abrir nuevos mercados, y donde permean liderazgos más fuertes e inspiradores.

Todo lo anterior (y más) sucederá si, desde tu liderazgo, impulsas las condiciones para que los pisos sean cada vez más parejos, y que otras mujeres tengan igual acceso a oportunidades para desarrollarse, crecer y florecer.

Es momento de generar movimiento

Así que estamos en el momento justo (siempre debería ser el momento justo) para que las organizaciones reconozcan el inmenso valor de la diversidad, impulsen y visibilicen a las mujeres y sus talentos, empaticen con sus necesidades, las integren en las mesas de decisión y le den valor a sus voces y contribuciones.

Ahora bien, también es responsabilidad de nosotras alzar la voz para transmitir nuestra energía, seguir preparándonos, aportar valor y solucionar problemas. Tenemos la tarea de inspirar y rodearnos de mujeres talentosas, y muy importante, de tejer redes de apoyo para animar a más mujeres a que abracen el liderazgo y juntas apoyemos a eliminar barreras sociales y estructurales para el crecimiento. Toma en cuenta que seguir alzando la voz conlleva, también, acallar las críticas, demandar igualdad de oportunidades y remuneraciones justas.

Sin lugar a duda, nos encontramos en un momento histórico, donde los convencionalismos se deconstruyen y dan paso a nuevos procesos, nuevas ideas y a espacios donde las mujeres tengamos un papel mucho más protagónico.

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@ziniapadilla

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.