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Por Ivabelle Arroyo

El PRI fue la reina del juego político en México por décadas. Su maquinaria, alimentada con dinero público y control político, dominó el tablero por más de 70 años y construyó el edificio de lo que aún hoy es la cultura política nacional. 

Desde finales de los 90, el PRI perdió terreno. En varios estados fueron desplazados del gobierno y fueron obligados a repensarse fuera del poder, pero creo que no lo consiguieron, a pesar de esfuerzos notables en lugares como Jalisco o Guanajuato. La pérdida de la Presidencia tampoco sirvió para transformarlo porque , ¿cómo es el PRI fuera del poder?  ¿Es un partido de oposición? ¿Es un partido con militantes y rumbo, listo para gobernar? ¿Es un partido fiscalizador? ¿Es un partido que acepta acompañar medidas de gobierno que impulsan otros? ¿Podría serlo? Lo dudo mucho y no sólo porque Alejandro Moreno lo seguirá dirigiendo, sino por la naturaleza de la cultura política que construyeron.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.