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Por Ivabelle Arroyo

Escribir “decapitación” ya me parece de suyo horroroso pero escribirlo junto a la palabra “alcalde” es una pesadilla de la que debemos despertar ya. La cabeza del presidente municipal de Chilpancingo, asesinado esta semana a seis días de haber asumido el cargo, nos va a perseguir durante mucho tiempo. Alejandro Arcos Catalán se suma a la sangrienta lista de funcionarios y candidatos asesinados en Guerrero durante este año pero inaugura un nuevo escenario de horror: el del terrorismo criminal contra las autoridades del Estado mexicano. 

Data Cívica tenía contados 35 homicidios relacionados con la política en Guerrero hasta el primero de octubre. Copala, con sólo 15 mil habitantes, recibió este año en su cementerio a un candidato y al alcalde electo. En Chilpancingo, de enero a hoy se cuentan siete asesinatos políticos. 

Guerrero es un estado con severos problemas. La naturaleza lo asola pero son los políticos y los criminales quienes están haciendo la verdadera destrucción. No culpo ni exculpo a los muertos, pero sí que es posible responsabilizar a toda la clase política, a los grupos del crimen organizado, a la gobernadora, al inútil patrullaje de la Guardia Nacional y por supuesto al fiscal. Unos son cómplices, otros cobardes, otros ineptos y los criminales unos canallas que han entendido que con complicidad, cobardía e ineptitud los municipios son para que hagan ahí y con su gente lo que se les dé la gana.

Los asesinatos no son materia federal, son asuntos de competencia estatal, pero claramente están vinculados con el narcotráfico y otros delitos federales, lo que significa que sus perpetradores tienen fuerza y poder muy superiores a las que tienen las autoridades locales. Un policía de Acapulco difícilmente se va a jugar la vida persiguiendo a un matón del cartel o metiendo la nariz en los negocios políticos de los criminales. 

¿La solución es entonces Omar García Harfuch desde la capital? ¿Hacer que los militares investiguen los delitos locales como los asesinatos y la violencia? ¿Dejar que la guardia nacional siga patrullando con la ceguera que la caracteriza? 

Esas son estrategias de contención inmediata, pero nunca serán el camino a la solución de largo plazo para la sangrienta ventaja que los criminales les llevan a los funcionarios municipales. 

Para recuperar Guerrero (y Chiapas y Guanajuato y Sinaloa y ponga aquí otro estado) es indispensable la construcción de capacidades locales. Con militares presentes si quieren (bueno, ya no hay de otra), con ex federales en inteligencia si tienen (quiero ver), con coordinación interestatal, esquemas centralizados o con recursos extras, pero con acento en el fortalecimiento a la agencia local. 

El asesinato de Alejandro Arcos es la representación gráfica de la decapitación política que viven hoy centenas de municipios. 

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