Por Ivabelle Arroyo
Buscando huesos, las madres y familias de desaparecidos en México descubrieron algo peor: “El kínder”. No es una escuela, sino un centro de reclutamiento y exterminio en Jalisco, donde los cárteles entrenan y descartan a jóvenes como si fueran material desechable. Un campo de trabajos forzados con crematorios para quienes no se adaptan, pierden peleas, enferman o simplemente dejan de ser útiles.
Ahí quedaron 400 pares de zapatos, restos mudos de cuerpos que ya no están. No es una fosa más, es la imagen brutal de lo que en realidad significa el narcotráfico. No solo drogas, no solo dinero. Son jóvenes entrando a una maquinaria de muerte: entran, mueren, entran, mueren, son quemados, dejan sus zapatos.
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