Qué buena fue la sesión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la que se decidiría la libertad de la sobrina política del fiscal Alejandro Gertz Manero. Lástima que el resultado no reflejara los planeamientos. La sobrina, Alejandra Cuevas, tendrá que esperar un poco más en la cárcel.
Empiezo desde el principio. La Corte tenía en la sala del pleno una papa caliente. Una papa ardiente, mejor dicho, y no por azar, sino por gusto. Los ministros, dada la importancia del caso de un asesinato que involucra como parte afectada al fiscal General de la República, atrajeron el asunto para decidir por fin si una mujer en la cárcel es culpable de homicidio o si la fiscalía (o algún acomedido ministerio público y un juez insensato) habían usado el poder contra ella.
Antes del día especial para la votación, la cosa se complicó un pelín con la filtración de una grabación telefónica que evidenciaba al fiscal metiendo la nariz en los asuntos internos de la Corte. Tenía el proyecto y además sabía qué ministro no estaría de su lado o votaría en lo que él percibía como una traición.
El día llegó. Los ministros tenían ante sí el deber de salir bien librados en un escenario en el que se les veía como títeres del fiscal, al mismo tiempo que decidían sobre la libertad de una mujer encarcelada.
Los caminos eran dos, cada uno con dos opciones. El primer sendero era hacer el ridículo y regresar a los jueces de nivel jerárquico inferior la decisión final, sólo con la opinión VIP de liberar o no a la inculpada, pero no por siempre. El proceso penal seguiría su curso con ella en libertad o en la cárcel.
El segundo camino era cerrar el caso. Los ministros de la Corte cuando votan en mayoría tienen una especie de varita mágica que acaba con todo el proceso previo. No necesitan ni explicarlo. Si deciden otorgar lo que se denomina “amparo liso y llano” el asunto se cierra y los jueces que lo veían pueden dedicarse a otra cosa.
¿Qué hicieron entonces los ministros? Primero, un proyecto que hacía el ridículo. Sonaba bien porque ratificaba la decisión de un juez y amparaba a la mujer encarcelada, liberándola por el momento, pero no cerraba el caso. Dejaba en manos de los jueces seguir el procedimiento penal y eso significaba que, en algún momento, la sobrina política de Gertz podría ser objeto de una nueva orden de aprehensión y a la cárcel otra vez.
Los ministros mostraron su desacuerdo con ese proyecto, como se esperaba. ¿Cómo que jalan un caso al Máximo Tribunal del país para luego regresarlo a los jueces de instancias inferiores? Lo más interesante fue que, en la medida en que los ministros mostraban su desacuerdo, aparecían argumentos jurídicos relevantes que iban desde la anacrónica visión de que el cuidado de un enfermo es responsabilidad de la mujer hasta el cuestionamiento de las obligaciones de un familiar político que no vive en casa de un enfermo pero se presta a apoyar, pasando por la discusión sobre la omisión como conducta delictiva y la diferencia entre coautoría y esta omisión.
Los argumentos fueron lo suficientemente sólidos para que los ministros sacaran la varita mágica y votaran por el amparo liso y llano. Pero faltó un voto. Al final, decidieron que sí, que a ellos les toca resolver en definitiva sin devolver el caso a los jueces a los que se lo quitaron, pero no hoy. Mañana. O pasado. Lo tienen que volver a analizar.
@ivabelle_a
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