Por Ivabelle Arroyo

Tengo un sobrino con 12 años a cuestas y una inteligencia que asusta. Le va bien en la escuela, compite en torneos de ajedrez y matemáticas y le gustan los videojuegos, el fútbol y la programación. No lo veo con frecuencia, pues vive lejos de mí, así que ignoraba que en este proceso electoral se había interesado por los debates presidenciales. 

No es un chico promedio, ni de lejos. Su mirada no representa la de la mayoría de los chicos de 12 años, pero sí puede revelar posturas interesantes de un mundo distinto al de los viejos votantes, la política tradicional y el mercado electoral al que apelan los candidatos, para empezar porque él no va a votar. Nadie le está hablando a él, pero él puede contarnos un par de cosas, empezando por la impresión que recoge de la personalidad de cada candidato, exclusivamente a partir de los debates. 

Claudia Sheinbaum le parece una mujer preparada y con experiencia. A Xóchitl Gálvez la percibe como una mala persona y a Jorge Álvarez Maynez como el único que dice la verdad.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.