Por Ivabelle Arroyo
Hay tres opciones.
- El Presidente tiene un Covid con síntomas ligeros y su equipo produjo sospechas con un manejo impreciso y mentiroso de la información.
- El Presidente está grave y su equipo busca minimizar el impacto de una situación que no saben cómo evolucionará.
- El Presidente está bien y su equipo produjo artificialmente sospechas sobre la salud de Andrés Manuel López Obrador.
En los tres casos, el gobierno (o el equipo más cercano al Presidente) está usando la salud del titular del Ejecutivo para fines ajenos al de la información que se le debe a los mexicanos y que es vital para el funcionamiento correcto de un gobierno.
Generar sospechas sobre un posible estado crítico de salud es un recurso viejo como la mentira. Es muy útil para tomar la agenda (aquí estoy yo escribiendo al respecto y no sobre el acoso a la Suprema Corte o la caravana de migrantes) o para bajar el volumen de las críticas directas pues es de mal gusto viborear sobre un enfermo. Lo propio es desearle pronta recuperación, so pena de ser vapuleado por quienes genuinamente le profesan admiración y cariño. Un desperfecto ligero en el mecanismo orgánico del Presidente puede ser útil si se le guarda con celo, si se abusa del hermetismo y si se miente sobre sus actividades.
No digo que sea el caso. Desarrollo la primera y la tercera opción que he enlistado al principio. La segunda opción, la de la gravedad, tiene otras implicaciones. Ocultar un agujero en Palacio, uno que obliga al titular del Ejecutivo a faltar a sus obligaciones es una violación a las reglas del funcionamiento de la república y un atentado contra la relojería institucional democrática. No se trata tanto de que los mexicanos tengan derecho a saber si su presidente necesita rezos y estampitas de santos, como de que los ciudadanos tienen derechos a ser gobernados por quienes ellos eligieron o a que se utilicen los mecanismos previstos por la Constitución en caso de ausencia. La ausencia puede ser temporal y breve, pero de todas formas es preciso conocer si las decisiones las está tomando el vocero Jesús Ramírez, el compadre Adán Augusto o el general consentido. No sólo eso. Es preciso saber si ese encargado temporal vigila los intereses y proyectos del presidente que sí fue electo o los intereses y proyectos de un grupo que aprovecha su ausencia.
No digo que sea el caso. Sólo desarrollo la segunda opción, y lo hago porque el gabinete no informa, informa mal o usa la salud del presidente.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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