Document
Por Ivonne López

Conocí a Ivonne una noche en Nezahualcóyotl. Su novio había pedido el viaje, y desde el primer mensaje supe que algo no andaba bien. A cada rato, él me enviaba textos apurándome: "¿Ya vas a llegar? Te estás tardando mucho." Cuando finalmente llegué, Ivonne (mi tocaya, qué curioso 😂) subió al auto. Íbamos hacia un bar en la Agrícola Oriental y el tipo no dejaba de llamarle. "¿Ya vienes?", insistía él. Se notaba el control que intentaba ejercer. Había tráfico, nada más que hacer.

Al llegar al bar, le dije a Ivonne que el viaje era en efectivo. Ella, un poco apenada, me pidió un momento mientras pedía el dinero a su novio. Lo que pasó después fue algo que no olvidaré. Él se acercó, abrió mi puerta delantera y, con tono pesado, me dijo que ya lo habían cobrado en su tarjeta. Amablemente le expliqué que no era así y que debía pagarlo. "Mira, yo también me dedico a esto, así que no te pongas perra," me respondió, azotando la puerta de mi auto.

En ese momento, Ivonne salió en mi defensa. Lo enfrentó, diciéndole: "Oye, no seas grosero con la señora, por favor paga el viaje." Sin embargo, él la empujó y la tiró al suelo. Me bajé enseguida para ayudarla, y ella me pidió que la llevara a casa. No traía dinero, pero le dije que no se preocupara, que yo la llevaba. Así comenzó nuestra amistad, una en la que, de alguna forma, ambas nos hemos rescatado.

Mi historia en Uber también fue un rescate para mí. Hace casi diez años me divorcié, y eso afectó mi trabajo, mi salud, mi estabilidad… Decidí tomarme un tiempo para resolver mi vida. Dos meses después, empecé a buscar empleo de nuevo, pero ¡OMG! 😲 Encontré algo que no esperaba: a mis 45 años, la mayoría de las empresas ya no te aceptan. Me salían con excusas como que estaba "sobrecalificada" para el puesto. Después de varias negativas y desánimos, escuché hablar de Uber y pensé: "¿Por qué no probar mientras encuentro otra cosa?"

Recuerdo bien mi primer día en Uber. Fue un entorno incómodo, lleno de hombres que miraban con desdén a las pocas mujeres presentes, como diciendo: "¿Éstas qué hacen aquí? Esto no es para mujeres." Pero estaba decidida. Tenía que hacer algo por mí, por mi hijo y por mi mamá.

Este trabajo se convirtió en mi principal fuente de ingresos. Me permitió ser mi propia jefa, con la flexibilidad de elegir un horario que se adapte a mis necesidades. Trabajo en la noche, para poder cuidar de mi madre, quien padece una enfermedad. Y aunque a veces es difícil, siento que este trabajo me ha dado mucho más que dinero; me ha dado historias y personas con las que jamás hubiera coincidido. Si las condiciones en las que trabajo cambian, simplemente ya no podría hacerlo.

En estos años, he tenido muchas experiencias, algunas amargas, otras maravillosas. Y ahora que quieren regular las plataformas para que tengamos seguro social, me da miedo perder esta flexibilidad. Para mí, cuidar de mi madre es una prioridad, y contratar a alguien para que lo haga en mi lugar es muy caro. Esta reforma laboral, en lugar de ayudarme, parece que podría complicar aún más mi situación.

Me pregunto cuántas personas, como Ivonne y yo, hemos encontrado en este trabajo una segunda oportunidad. Sí, hay retos, pero también hay libertad, amistades inesperadas y, sobre todo, la posibilidad de rescatar a otros… Y de rescatarnos a nosotras mismas.

audio-thumbnail
🎧 Audiocolumna
0:00
/231.552

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.