Por Jacqueline Camacho
A lo largo de mi vida, he sido la maestra en el arte de la invisibilidad. En innumerables ocasiones, he apagado mi brillo propio como si fuera una luz molesta en medio de la oscuridad aceptada por todxs. He optado por hacerme pequeña, moldearme según las expectativas de los demás, y he idealizado la versión de mí misma que creía que sería más aceptada por la sociedad.
Pero, ¿a qué precio? Al esconder mi esencia, mi magia, he descubierto que la única herida que realmente persiste es aquella infligida por mí misma. Prefiero nublarme y ocultarme, a pesar de que cada paso en esa dirección va en contra de mi verdadera naturaleza y me aleja de la autenticidad que tanto anhelo.
En mi búsqueda constante de crecimiento, he tropezado con el hecho de que no puedo cumplir los sueños de otrxs en una vida donde yo soy la escritora principal. Cada vez que apago mi brillo para encajar en un molde predefinido, estoy sacrificando mi autenticidad en el altar de la aceptación superficial.