Por Jacqueline Camacho
A la edad de 40 años, Pancho partió, regresó a casa, a la luz, como algunos dirían, pero yo prefiero pensar que regresó para seguir creando y pintando cielos azules y atardeceres para regalárselos a mamá.
Su partida me deja una lección más, una que me confronta y me invita a reflexionar sobre la importancia de vivir plenamente cada momento. ¿Por qué una vez más no disfrutaste del presente a su lado? ¿Por qué permitiste que una agenda abrumadora te alejara de la oportunidad de pintar y crear juntos? Estas preguntas resuenan en mi cabeza y retumban en mi corazón, pero aún carecen de respuestas satisfactorias.
Decidí escribir estas palabras porque el corazón necesita expresar sus emociones después de la partida de alguien a quien amas, incluso si solo lo conociste en unas cuantas reuniones. Quedaron tantas preguntas sin respuesta, tantos momentos que podríamos haber compartido.