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Por Jimena de Gortari

“Estamos por quedarnos sin agua”, con esta frase inició una conversación con mi hija esta mañana. Una frase dicha cada día más frecuentemente por quienes habitamos la Ciudad de México. En las reuniones resulta habitual el compartir recomendaciones (mínimas) del cuidado que debemos tener, el que siempre debimos haber tenido para cuidarla.

La Ciudad de México se seca, o más bien la hemos logrado secar. Esto es un hecho, aunque las autoridades nos digan que “tienen otros datos” o que “es un invento de los conservadores”, numerosos expertos nos alertan sobre lo que está por ocurrir. Es urgente tomar medidas y seguramente conocer algunas de las estrategias que han tenido los grupos de ciudadanos que han vivido con un recurso escaso y racionado desde siempre

La ciudad que habitamos está cubierta en un alto porcentaje por un pavimento que irradia calor y que no permite la infiltración del agua, por estas vías circulan miles de vehículos exhalando emisiones calientes y tóxicas. Los pocos espacios que permiten la filtración de agua son escasos, algunas de las zonas de escurrimientos naturales están pobladas, otras contaminadas. Cabe mencionar la impresionante cantidad de litros que se pierden a diario por el nulo mantenimiento de la red hidráulica, una de las razones para la falta de atención podría ser que, como el ruido, es invisible y no sale en la foto.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.