Por Jimena de Gortari
La lectura es un escape necesario, más en este tiempo convulso y violento en el que vivimos. Porque leer nos permite habitar otros momentos, otros lugares – reales o ficticios-, y, además, nos acerca a quienes somos. En la lectura nos encontramos, somos personas con historias que a veces se asemejan a lo que se lee: en lo temporal, lo espacial, pero, sobre todo, en lo emocional. Se ríe, pero también se llora, puede haber un sentimiento de angustia que recorre el cuerpo. Un libro tiene la capacidad de remover entre las capas que somos, puede llegar a confrontarnos con nuestra memoria o incluso, con nuestro presente. Puede hacernos recordar algo que vivimos, puede también, hacernos cambiar de opinión sobre algún juicio adoptado.
Para mi leer es un acto tremendamente feliz, es un espacio único y personal, en donde mi cuerpo entra en calma y se conecta con la persona que escribe y a quien leo. Cuando me gusta mucho un autor, busco todos sus títulos y no paro hasta, de ser posible, leerlos todos. Desde hace tiempo me gusta dibujar sobre lo que leo: no todo son lugares o espacios posibles de representación, pero son mi memoria – que, por cierto, es bastante mala-, de aquellos libros que me han marcado por circunstancias muy particulares. Crecemos junto con la lectura, no leemos igual nunca porque en nuestro consumo de palabras escritas estamos viviendo de un modo particular. Qué magia es esta combinación, que se hace evidente cuando relees algún libro leído años atrás, en otro momento, en otro mundo, en donde quizás te topaste con esa lectura por una necesidad distinta.
La posibilidad de tener un libro el cual querer leer y así iniciarlo es uno de los mejores momentos, es un goce infinito, y, cuando termina, se percibe una cierta tristeza, un duelo, por esa buena lectura que nos hizo sentir algo. El siguiente paso es encontrar el siguiente título, porque a pesar de los esfuerzos que hacemos de ir apilando y poniendo un cierto orden en las lecturas siguientes, siempre se recolocan, siempre se priorizan y muchas veces, aparecen nuevos tomos en ese rincón que acumula textos de los más diversos géneros. Encontrar entre las páginas de un libro una cita que remite a otro (s) autor (es) es siempre un descubrimiento que abre el camino a nuevas lecturas. Lo más aconsejable es buscar el texto completo de la cita, encontrar el lugar exacto en donde aparece así ponerlo y poner a ambos en contexto. La selección de esta cita nunca es fortuita, porque se elige una entre miles de posibilidades. Qué maravilla que quien escribe nos lleve así a otros libros y a ese goce inmenso que es leer nuevos textos e incorporar nuevos nombres a nuestra lista de autorías leídas y re leídas.
El poder tener varios libros abiertos con historias inconexas que únicamente el cerebro logra conectar en una suerte de emoción y memoria es también otra de las posibilidades de la lectura. Me imagino a unos hilos de colores que se van encontrando con otros- delgados y gruesos, lisos y torcidos - que se van enredando de una forma similar a cualquier esquina de cables en el Defe. Cuántas neuronas se irán encendiendo al leer un ensayo, una novela, un poema o un cuento; seguro es algo muy bello de observar; lo que es un hecho es que se siente muy bien leerlos.
En el Día Nacional del Libro y pensando en el porqué de éste, no olvidemos que Sor Juan fue una defensora del derecho de leer en su búsqueda por el saber. La lectura es un instrumento de desarrollo cognitivo y una fuente de conocimientos, pero también un espacio importantísimo de desarrollo emocional. Propicia un pensamiento crítico, ese del que parece carecer este mundo de bárbaros e ignorantes. Cuanta falta hace seguir leyendo y agrandar nuestra cotidianeidad.
Leer es un goce, dense el tiempo para hacerlo y ojalá que nunca perdamos ese espacio en donde salvarnos, aunque sea sólo mientras dure la lectura.
Este día debe ser un homenaje a quienes hacen posible este goce. ¡Gracias siempre!
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