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Por Jimena de Gortari

La definición más empleada para el ruido es el de “sonido indeseado”, de este modo podríamos reconocer que quien lo escucha está siendo interrumpido en algo que realmente desea realizar, y un sonido que hasta ese momento no estaba presente irrumpe y desconcentra, altera y modifica su quehacer, muchas veces tardamos un tiempo en recuperar ese momento. Podríamos entonces considerar que la emisión de un sonido indeseado para alguien es una injusticia, si pensamos en el bien común y el derecho de cada persona a alcanzarlo ¿no se estaría ejerciendo un acto injusto ante quien no quiere escuchar cierto sonido? Creo que el momento del día más evidente de esto puede ser mientras dormimos y nos despierta la fiesta del vecino, del establecimiento cercano, del avión o de alguna motocicleta que juega a los arrancones. ¿Existe un nivel justo de ruido?

¿Por qué nos habrán hecho creer que el ruido de la ciudad es lo justo para vivir en ella?

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.