Por Joanna Vega Biestro
Hay temas que preferimos evitar, asuntos de los que no queremos hablar, menos aún con nuestros seres queridos, aunque sean esenciales.
Recientemente, tras la muerte de Ernestina Sodi, hermana de la cantante Thalía, surgieron rumores de un conflicto entre Thalía y su sobrina sobre la decisión de desconectarla. Aunque esta información no se ha confirmado, me hizo recordar una experiencia personal, una de esas que nunca se olvidan. Cuando el médico que atendía a mi madre nos reunió a mis hermanos y a mí para hacernos una pregunta difícil, el estómago se me hundió: "En caso de que sea necesario durante la intervención quirúrgica, ¿quieren que la reanimemos?"
Nos quedamos en silencio. Por las expresiones de mis hermanos, supe que se sentían igual que yo. Nunca llegamos a hablar de este tema con mi madre, aunque en alguna ocasión mencionó que, si alguna vez quedaba incapacitada para valerse por sí misma, no le gustaría continuar viviendo. Más allá de ese comentario, nunca abordamos la cuestión de manera formal.
Hoy pienso en mi futuro y en el de mi hija. Sé que la decisión de desconectar o no a un ser querido recae en la familia directa, y es una enorme responsabilidad, genera dudas, miedo y culpa. He llegado a la conclusión de que tengo que dejar por escrito mi decisión, porque nadie debería tener que cargar con el peso de tomarla por mí.
Debemos tomar conciencia de que solo nosotros debemos definir qué es lo que queremos en estos momentos difíciles. Si no se puede dejar una voluntad anticipada legalizada, al menos asegúrense de que sus seres queridos conozcan sus deseos. Hablar sobre la muerte no es fácil, pero es necesario para que, cuando llegue el momento, quienes nos aman puedan tomar una decisión difícil con menos dudas y con la seguridad de que están cumpliendo con nuestra voluntad.
Hablemos de la muerte, por incómodo que sea, porque podría sorprendernos y, si no hemos dejado las cosas en orden, que al menos sepan qué es lo que hubiéramos querido.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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