Por Joanna Vega-Biestro
Y te creo porque yo misma callé en su momento.
La marcha de este #8M generó contrastes emocionales en mí. Ver las calles de la CDMX inundadas de morado, mujeres que sin conocerse iban de la mano, hermanadas y solidarias con las luchas de la otra.
Debo confesar que también me inundó el miedo. Saber que vivimos en un país donde mi hija podría convertirse en una estadística, sufrir algún tipo de abuso, miedo de saber que las autoridades no están de nuestro lado. Es cierto que hay legislaciones para proteger a las mujeres, pero sólo en el papel cuál letra muerta, en donde no nos sirven porque a la hora de aplicarlas parece que vivimos en tierra de nadie. Solas y desprotegidas.