Por Juana Ramírez

Más de 90 millones de personas en México son usuarias de internet a través de un smartphone. De acuerdo con los datos de la Asociación Mexicana de Internet el tiempo promedio de exposición en pantalla de los mexicanos es de alrededor de 9 horas al día, considerando el tiempo dedicado a actividades como trabajar en una computadora, ver televisión, usar dispositivos móviles y navegar en internet. 

Los beneficios que da la tecnología son innegables: facilita la vida diaria, eleva nuestra productividad, nos mantiene conectados con el mundo, democratiza el acceso a la información, la diversidad de pensamiento y hasta te ofrecen entretenimiento y comodidad. No obstante, también existe un lado B que preocupa: mientras las escuelas empiezan a prohibir el uso de smartphones y tabletas en las aulas de clase por ser un potente distractor, evitar los usos inapropiados y combatir el aislamiento social de los estudiantes, especialistas en salud pública estiman que una de cada cuatro personas usuarias de dispositivos padece una enfermedad provocada por la tecnología: desde la ansiedad o el miedo de no tener el celular o estar sin internet, hasta las lesiones músculo esqueléticas que pueden requerir cirugía. 

Las tecno patologías o enfermedades tecnológicas son los problemas de salud física o mental provocados por el uso de computadoras, internet, teléfonos móviles, tabletas y consolas de videojuegos. Para identificarlas mejor, estas enfermedades se pueden clasificar en tres grupos: las musculoesqueléticas, las clínicas y las relacionadas con la salud mental. 

Los primeros son un grupo de trastornos que afectan músculos, huesos, articulaciones, tendones o ligamentos del cuerpo, causando dolor, inflamación, rigidez y limitación en el movimiento de las articulaciones, lo que puede afectar la calidad de vida de las personas que las padecen. El tratamiento de estas enfermedades suele incluir medicamentos, terapia física, cambios en el estilo de vida y en algunos casos, cirugía. Algunas de las enfermedades más comunes dentro de este grupo derivadas del uso de la tecnología son: tendinitis -cuando se presenta inflamación de las estructuras fibrosas que conectan los músculos con los huesos-, epicondilitis, causada por movimientos repetitivos de la muñeca y del antebrazo, como los que se realizan en actividades laborales que requieren movimientos repetitivos de agarre y torsión. La enfermedad del túnel carpiano que afecta la muñeca y la mano, cuando el nervio mediano que pasa por la muñeca, se comprime o se irrita. Esto puede causar dolor, entumecimiento, hormigueo y debilidad en la mano y los dedos.También las llamadas “text neck” o enfermedades de la espalda derivadas de la mala postura y aquí un dato que lo ilustra bien: en posición recta nuestra cabeza pesa entre 4 y 5 kilos, pero si el cuello se flexiona 15 grados para mirar el teléfono, la fuerza ejercida sobre vértebras y musculatura cervical aumenta hasta los doce kilos y sigue creciendo en función de la inclinación. Esto genera tensión en los músculos del cuello, hombro y espalda que pueden generar disfunciones en el sistema neuro-músculo-esquelético a nivel cervical y alterar la alineación articular, provocando contracturas, dolor de cabeza y espalda, hasta hernia discal y cérvico artrosis.

En el grupo de las enfermedades clínicas por el uso excesivo de la tecnología encontramos entre otras el aumento de la presión intraocular, que produce enrojecimiento en los ojos, visión borrosa e, incluso, náuseas y resequedad visual, sobre todo para los que llevan lentes de contacto.  Cuando la presión intraocular es alta y prolongada puede generar glaucoma y ceguera a largo plazo. La pérdida de audición prematura como consecuencia de escuchar sonidos a un volumen demasiado elevado especialmente con el uso de audífonos de manera prolongada. También el sobrepeso, obesidad y los trastornos de la alimentación tienen una fuerte relación con todas esas horas frente a la pantalla que promueven el sedentarismo y el consumo de comida rápida e industrial, además de los estereotipos de belleza que se promueven en las redes sociales han aumentando la probabilidad de anorexia y bulimia especialmente en los más jóvenes.

Finalmente, la salud mental también sufre fuertes alteraciones: así como hay quienes sufren adicciones a las drogas, al alcohol o al cigarro, el Desorden Adictivo a Internet (DAI) es un fenómeno creciente, que ya se considera un problema psiquiátrico cuando la dependencia a los espacios virtuales como las redes sociales, juegos en línea y el chat, empieza a alterar el funcionamiento normal de las personas con sus actividades diarias deteriorando el desempeño escolar, familiar, social, laboral o económico. El FOMO -Fear of Missing Out, por sus siglas en inglés-, que en español se traduce como "miedo a perderse algo", se refiere al trastorno de ansiedad derivado del pensamiento de estar perdiéndose una experiencia interesante o divertida que están teniendo otras personas en ese momento como un viaje, un live o el más reciente video viral de YouTube. 

El trastorno de identidad disociativo o la dificultad para distinguir la realidad entre el mundo virtual y el mundo físico que surge cuando las personas empiezan a tener más interacciones sociales virtuales que presenciales. Los casos más comunes ocurren en niños y adolescentes con el uso descontrolado, repetido y obsesivo de los videojuegos que acaba produciendo una cierta desconexión de la realidad o incluso imitación de situaciones virtuales dentro de la vida real. En los adultos, las relaciones románticas obsesivas con personajes virtuales conocidos a partir de aplicaciones o de las redes sociales, como lo ejemplifica bien la película "Her" (2013), del director Spike Jonze, que presenta el caso de Theodore, un escritor que se enamora de Samantha, el nombre con voz femenina de un sistema operativo inteligente y personalizado que platea preguntas profundas sobre la naturaleza del amor, la conexión humana en la era digital y la creciente dependencia de la tecnología en nuestras vidas.

Y aunque no lo crean la lista de tecno patologías es aún más larga, pero ¿ podemos hacer algo para prevenir todos estos problemas de salud?, la realidad es que estamos tan expuestos que aunque difícilmente podemos evitar algunos de ellos, -como las largas jornadas frente a la computadora en el trabajo-, les dejo estos diez “antídotos” para reducir sus efectos o bien, atender oportunamente las consecuencias no gratas del uso de la tecnología:

1. Limitar las horas de exposición, particularmente en los niños y adolescentes.

2. Incluir al menos 30 minutos de actividad física diaria.

3. Evitar el uso prolongado de audífonos y controlar el volumen.

4. Definir espacios diarios para alejarse del celular y las pantallas.

5. Asistir al menos una vez al mes a eventos como exposiciones, conciertos y obras de teatro.

6. Cultivar las relaciones humanas reales: un café con las amigas, un juego en el parque, sumarse a comunidades o grupos que compartan intereses comunes.

7. Mantener siempre cerca snacks saludables y reducir el acceso fácil a comida chatarra.

8. Atender oportunamente cualquier tipo de dolor corporal.

9. Supervisar el uso de internet y redes sociales en niños y adolescentes, haciendo uso de las herramientas de control parental.

10. Hacer acuerdos en la familia, pareja o amigos que limiten el uso de los dispositivos y promuevan que nos miremos de nuevo a los ojos.

Si ustedes usan otros antídotos y les han funcionado, compártanlos en los comentarios, porque estamos frente a una verdadera pandemia que debemos entender y atender.

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