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Por Juana Ramírez

En su tristemente célebre informe del sexto año de gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a sus resultados en materia de salud con 3 frases que para pacientes, médicos, enfermeras y expertos del sector pasarán a la historia por representar perfectamente el desdén de este sexenio: “El IMSS Bienestar es el sistema más eficaz del mundo”, “se logró la cobertura de medicamentos gratuitos para todos” y haciendo alusión a su promesa de gobierno aseguró que hoy tenemos un “mejor sistema que el de Dinamarca”. Vámonos por partes.

Empecemos por el IMSS Bienestar. A manera de contexto creo importante explicar cómo funciona en términos generales el sistema de salud. El objetivo rector es el de garantizar el derecho universal a la población de atención médica de calidad y para ello el Estado debe contar con la infraestructura necesaria que permita el acceso de los ciudadanos a los servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento. En México, el modelo para lograrlo comprende la Secretaria de Salubridad y Asistencia (la Secretaría Federal de Salud) y el Instituto Mexicano del Seguro Social, ambos creados en 1943.  Operativamente incluye un régimen contributivo en el que trabajadores y empresas realizan aportes mensuales al IMSS, las instituciones públicas y sus funcionarios al ISSSTE, PEMEX y SEDENA o bien a los Institutos de trabajadores en los Estados. Esto alcanza para cubrir a un poco más de la mitad de la población. Los demás, es decir las poblaciones vulnerables, comunidades indígenas, los desempleados o quienes trabajan en el sector informal -que representan más de cincuenta millones de mexicanos- deben ser atendidos a través del régimen subsidiado que se financía básicamente a partir de los impuestos que pagamos. 

Antes de AMLO, este modelo encontró una fórmula en el Seguro Popular. Este sistema permitía atender atención primaria, una buena parte de las necesidades del segundo nivel y los llamados gastos catastróficos que cubrían entre otras el cáncer de mama y otros 12 padecimientos y que excluían problemas tan graves en México como la insuficiencia renal crónica. Ya en campaña, López Obrador hizo célebre su frase “ni seguro, ni popular” para atacarlo y ya en el poder, con todo y el impacto de la pandemia, decidió darle muerte y fundar el INSABI. Tan vergonzosos sus resultados y tan contundente su fracaso, que ni la 4T quiere hablar del tema. En su reemplazo y ya en la última parte del sexenio, se anunció que sería el IMSS Bienestar, una instancia ya existente pero desconocida salvo para poblaciones rurales y trabajadoras domésticas, con infraestructura mínima, un catálogo de atenciones limitado y una pequeña parte de la población atendida, ahora responsable de la salud de millones de personas para las cuales claramente no fue concebido ni estaba preparado. Desde mi perspectiva, mañosamente se aprovechó el cariño que la gente tiene por el IMSS y la falta de conocimiento del sistema, acuñando el lema “Será el IMSS para los que no tienen IMSS”. 

Pero, ¿Es o no “el sistema más eficaz del mundo"? la respuesta es un rotundo NO. Ni lo es y tampoco sabemos si logre serlo. Y para evitar citar datos que puedan ser calificados como neoliberales o tendencieros, me limitaré a tomar tres de los cientos de los datos arrojados por el propio gobierno a partir de ENSANUT, que es La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición realizada con rigurosidad científica por el Instituto Nacional de Salud Pública. En la más reciente, que comprende el análisis 2020 - 2023, se revela que: 1. Los pobres, los indígenas y campesinos ocupan los primeros lugares en desnutrición, falta de acceso a atención médica y a recursos básicos como el agua potable. 2. La muerte materno-infantil, uno de los indicadores clave para evaluar el desarrollo social, sigue en aumento y 3. La encuesta concluye que es urgente mejorar el acceso a los servicios de salud a través de la ampliación de horarios de atención, el incremento del personal médico y el abasto de insumos esenciales como medicamentos y vacunas, porque la mayoría de los mexicanos se están atendiendo hoy en el sector privado, lo que implica un serio déficit para la economía de las familias.

Además, si por “eficaz” debemos remitirnos a resultados concretos, la prevalencia en obesidad y sobrepeso, uno de los más conocidos problemas de salud pública en México y origen de una gran cantidad de enfermedades y de vidas perdidas, de acuerdo a la ENSANUT, aumentó en todos los grupos de edad. 

Medicamentos gratuitos para todos. Aquí a los números me remito. De acuerdo con cifras del INEFAM, en el último año del sexenio de Peña Nieto el gobierno compraba unos 1,700 millones de unidades en medicamentos. En 2023, el gobierno de AMLO compró apenas 1,058 millones de unidades y en lo que va corrido del 2024 se han realizado compras por tan solo 624.1 millones de piezas. Los castigos mediáticos y laborales fueron tales para quienes en su momento denunciaron el desabasto de medicinas, que ya nadie habla del tema. De acuerdo a la misma ENSANUT, el 95% de las necesidades de salud de los mexicanos corresponden a medicina de primer contacto y al menos la mitad de la población se atiende en el sistema privado, especialmente en los consultorios adyacentes a farmacias y compran las medicinas de su bolsillo. 

Un mejor sistema que el de Dinamarca. Aquí lo único notable ha sido la interminable colección de memes, porque ante el cinismo y la evidente falta de sensibilidad no queda más que burlarnos de nuestra propia tragedia. 

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