Document
Por Juana Ramírez

Una situación típica por la que muchos hemos pasado: una persona con un síntoma incapacitante como un dolor agudo que no le permite funcionar normalmente, fiebre, náuseas, mareos, vómito o diarrea… aquí la acción común es buscar asistencia médica con la expectativa de recibir la prescripción de las medicinas que puedan eliminar las molestias en el menor tiempo posible. En estos casos solemos acatar las indicaciones de los doctores pero solo hasta sentirnos mejor. Después la mayoría abandonará el tratamiento, aunque el médico le haya indicado terminar la dosis aún en ausencia de síntomas. 

¿Cuántos de nosotros de verdad terminamos los tratamientos farmacéuticos y seguimos las indicaciones médicas con rigor? Me temo que muy pocos. 

La Organización Mundial de la Salud estima que menos del 50% de los pacientes tiene adherencia terapéutica a los medicamentos, en otras palabras, menos de la mitad de los pacientes sigue las indicaciones de los médicos para la atención o el control de sus padecimientos. Y esto ocurre en países desarrollados, en los que las barreras de acceso a las medicinas son considerablemente menores que en los países en vías de desarrollo, en los que se estima que tan solo el 30% de los pacientes tiene una correcta adherencia a sus tratamientos. 

Y si cuando tenemos molestos síntomas abandonamos las medicinas sin importar que el problema recurra -como suele ocurrir con las enfermedades respiratorias mal atendidas- el panorama es aún más complejo cuando no se trata de estos cuadros agudos, que tienen “principio y fin”, sino de enfermedades crónicas que no tienen cura y que tampoco “se sienten”. En estos casos, los pacientes suelen abandonar los tratamientos y regresar cuando las cosas se complican nuevamente. 

Un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association encontró que solo entre el 30 y el 50% de los pacientes con enfermedades crónicas cumplen adecuadamente con sus tratamientos. Un ejemplo común: aunque la consecuencia de interrumpir el consumo de estatinas en pacientes con hipercolesterolemia puede ser un infarto o incluso la muerte, es bastante frecuente que los pacientes dejen de tomar su pastilla al no percibir beneficio aparente. Y es que cuando de enfermedades crónico-degenerativas como la diabetes o la hipertensión se trata, además de la falta de disciplina para seguir las indicaciones médicas, está la desesperanza aprendida de saber que la enfermedad no se irá, sin considerar que la ausencia de tratamiento puede acelerar el avance del padecimiento y la aparición de complicaciones.

Aunque la adherencia a los antibióticos o a los analgésicos es relativamente mayor al percibir el impacto de la medicina porque el paciente viene de sentirse muy mal, también en estos casos aproximadamente el 50% de los pacientes no completan el curso completo de antibióticos recetados por sus médicos y esto es en buena parte responsable de la alta resistencia bacteriana y la recurrencia de las infecciones. En un estudio publicado en la revista BMC Public Health, se estima que la adherencia a los antibióticos varía entre un 30% y un 70%, dependiendo del tipo de infección y del paciente. Otro informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la adherencia a los antibióticos es especialmente baja en el tratamiento de infecciones crónicas como la tuberculosis, con tasas de adherencia que pueden ser inferiores al 50%.

En general, la adherencia a los medicamentos depende mucho de la enfermedad: entre más grave y sintomática es, hay tendencia a mayor apego. Entre más asintomática o de más largo plazo, menos apego. Las causas de este fenómeno global son múltiples: desde los socioeconómicos que involucran costos y accesibidad, los relacionados con el tratamiento, como la dosifición, la vía de administración y los efectos secundarios, los relacionados con el paciente, su comprensión de la enfermedad y su red de apoyo y la calidad en la atención médica. 

Más que un asunto de disciplina y autocuidado, las consecuencias de la falta de adherencia son un grave problema de salud pública que se traduce en fracaso terapéutico, baja tasas de control y mejoría de las enfermedades crónicas, pérdida de vidas y sobre costos en la atención médica. De nada sirven los avances de la ciencia en el control y atención de las enfermedades, ni los esfuerzos de los gobiernos en todo el mundo por mejorar el acceso a los medicamentos, si los pacientes no seguimos las indicaciones a los tratamientos.

Piense por un momento ¿Cuántas medicinas terminan en la basura después de estar en un cajón o gaveta hasta caducar? En un foro sobre el tema celebrado en España, -uno de los sistemas de salud con mejor acceso a los tratamientos-, en el 2008 el 30% de las medicinas depositados en SIGRE – El Sistema de Recogida de Medicamentos de ese país- estaban incluso sin abrir. 

La educación a los pacientes debe ser parte integral de los servicios sanitarios. Hay evidencia suficiente sobre los beneficios de la adherencia terapéutica tanto en los pacientes como en la optimización de los presupuestos dedicados a la salud. En el mismo Foro se presentó un estudio en pacientes con colitis ulcerosa en el que se comprobó que quienes seguían el tratamiento de acuerdo a las indicaciones médicas, los costos de hospitalización disminuían un 62%, se producían un 13% menos de visitas a consultas externas y un 45% menos de ingreso a urgencias y los costos sanitarios se redujeron a la mitad. Las tendencias son similares en estudios realizados con pacientes con diabetes, osteoporosis o hipertensión, en el que la adherencia no solo disminuye los costos de atención, aún más importante: reduce significativamente las complicaciones y muertes prematuras relacionadas con estas enfermedades.

La próxima vez que consuma medicamentos, por favor siga las recomendaciones de sus médicos. Primero por su salud, pero también por quienes aún queriendo, siguen sin tener acceso a las medicinas.

audio-thumbnail
🎧 Audiocolumna
0:00
/342.84
✍🏻
@JuanaSohin

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.