Por Juana Ramírez
Ha pasado un mes desde la toma de protesta de la Presidenta y de la puesta en marcha de su nuevo gabinete. No son pocas las preocupaciones en materia política, económica y de seguridad, pero en lo que se refiere a la salud las señales son muy positivas. Déjenme les cuento mis razones y ya ustedes juzgarán.
Primero tengo que decir que en efecto el sexenio que acaba de terminar puede considerarse y por mucho, el peor en lo que a la salud respecta. Para ser justos, también tendremos que admitir que ningún gobierno se enfrentó a una pandemia como la que vivimos, porque en nada podemos comparar la crisis por influenza N1H1 con la tragedia mundial del Covid-19. Sin embargo, también es cierto que lejos de caerle “como anillo al dedo” al expresidente López Obrador -recordando su tristemente célebre expresión- la pandemia en realidad puso a prueba al gobierno y al sistema de salud que, salvo por el honorable papel del personal sanitario y algunos casos exitosos como la reconversión del Instituto Nacional de Nutrición, la Unidad Temporal del Centro Citibanamex o la alianza público-privada con el Consorcio y la Asociación de Hospitales Privados, AMLO y su entonces Secretario, el Dr. Jorge Alcocer, salieron más que reprobados.
Dada la visibilidad que tuvo la salud en el pasado sexenio, el gobierno sucumbió a la tentación de politizar y polarizar temas que en realidad debieron ser discutidos sólo a la luz de la evidencia científica, las disposiciones regulatorias y las recomendaciones de los organismos internacionales. Lejos de eso, pasamos por el uso de estampitas protectoras, la fuerza moral anti-contagio, la invitación a salir y abrazarnos mientras el mundo repetía “quédate en casa”, la resistencia irracional contra el uso de cubrebocas o la reorganización a modo de la Secretaría, en la que por ejemplo se subordinó la COFEPRIS a la Sub-secretaría del Dr. López Gatell, se desmanteló el Consejo de Salubridad General y hasta se trasladó la sede de la Secretaría Federal a Acapulco. La cereza del pastel: todos los intentos fallidos para realizar la compra y distribución de medicamentos, que solo agravaron la crisis de acceso a la atención médica y el desabasto de medicinas se hizo tan profundo, que los pacientes y sus familias salieron a las calles a protestar. De la desaparición del Seguro Popular, el vergonzoso fracaso del INSABI – y con él la desaparición de fondos y fideicomisos- o el mal chiste de la mega farmacia que tendría todos los medicamentos del mundo, ya ni hablamos.
Todo este desastre, más allá de filias o fobias políticas, debería medirse en años de vida perdidos o en pacientes que no debieron fallecer. Detrás de cada receta no surtida hay un mexicano que no pudo tratar su enfermedad o que complicó su condición ante la ausencia de tratamiento.
Sin embargo, en las primeras cuatro semanas de gobierno, los nombramientos y primeras acciones del Dr. David Kershenobich dejan claro que tenemos Secretario y que mientras se lo permitan, honrará la que seguramente es la posición más importante para un médico: liderar el Sistema de Salud de su país. Y lo que digo tiene fundamento: en cuanto fue confirmado como titular de la entidad, el Dr. Kershenobich se dedicó a visitar todos los hospitales públicos que pudo. Lo hacía sin avisar y sin protocolos. No quería que le contaran, como buen científico prefirió ir a la fuente, hablar con sus colegas, escuchar a los pacientes. Del mismo modo en el que lideró las llamadas “mesas de diálogo por la transformación” que al menos en materia de salud, lejos de ser mítines políticos, el hoy Secretario escuchaba y tomaba atenta nota.
Señales hay muchas y muy contundentes en estas primeras semanas para ser optimista o al menos, para darle al nuevo Secretario de Salud, el beneficio de la duda: priorizar el conocimiento, la trayectoria y el talento en todos sus nombramientos, que desde hace muchos años no gozaban de tan alto nivel de consenso y aceptación por parte de la comunidad médica, -para un buen ejemplo el nombramiento de la Dra. Armida Zúñiga Estrada como titular de la COFEPRIS-, regresar a la entidad la rectoría del Sistema de Salud, reinstalar el Consejo de Salubridad General encargándole la revisión técnica del compendio nacional de medicamentos y hasta declarar cerrada la inoperante sede de Acapulco para regresar la Secretaria al histórico edificio de la calle de Lieja.
Si bien es cierto que la prevención y la atención primaria serán el eje central de su proyecto, a diferencia de lo vivido en el pasado, en el que se justificaba la falta de servicios y medicinas bajo el argumento de quererse enfocar en prevenir y no en atender las enfermedades, para el Dr. Kershenobich y su equipo, el abasto de medicamentos, dispositivos médicos e insumos, es parte fundamental de la prevención, el diagnóstico y la atención temprana de enfermedades para evitar complicaciones. Por ello, el subsecretario Eduardo Clark presentó un ambicioso plan de compras bianual que se liderará por primera vez desde la Secretaría de Salud, con el uso de tecnología integrada a todos los procesos de la solicitud, compra, distribución y dispensación, aportando más información y transparencia al proceso; además, la compra de dos años de abasto le dará mayor certeza a la industria farmacéutica nacional e internacional. Aunque Birmex será la entidad legal que ejecute las compras, la logística será operada por empresas privadas especializadas. Al parecer, atrás quedarán las adquisiciones internacionales de medicinas sin registro sanitario e incluso se sabe que su equipo trabaja junto con la Secretaría de Economía -que por cierto ha designado a otro médico de amplia trayectoria, el Dr. Javier Dávila, como responsable de la coordinación de las relaciones con la industria farmacéutica y de dispositivos médicos por considerarla como sector estratégico- en el desarrollo una política industrial de salud, que busca fortalecer la industria nacional.
La mega farmacia solo será utilizada en casos de emergencias o desabasto específico de algún producto, pero dicho por los mismos funcionarios, si todo sale bien, no debería ser usada. Sutil reconocimiento de su inoperancia. Además, se ha dejado clara la importancia de fortalecer el sistema nacional de vacunación y dar prioridad a la infancia y los grupos vulnerables.
Habemus Secretario y está trabajando. No pasará mucho tiempo para que podamos saber si la reconstrucción del sistema de salud tiene un curso claro. Al tiempo.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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