Por Karla Urriola
El 2024 fue histórico para México pues salimos a votar para elegir a la primera mujer presidenta. Esta elección no solo representa un avance significativo, sino que también nos brinda la oportunidad de desafiar las normas culturales tradicionales que han relegado a las mujeres al ámbito privado durante muchos años. La llegada de una mujer a la presidencia podría fomentar una mayor representatividad y visibilidad, abriendo caminos hacia puestos de liderazgo.
Celebro el incremento de mujeres en puestos de liderazgo y visibilidad de la diversidad en los espacios laborales. Sin embargo, es necesario reconocer que muchas de nosotras enfrentamos retos significativos en estos entornos para sobresalir y alcanzar liderazgos equitativos, debemos tomar conciencia de estos retos.
Uno de los retos es el “techo de cristal”, es decir: aquellas barreras invisibles que impiden que las mujeres ascendamos a puestos de liderazgo. Otro es el “piso pegajoso”, que se entiende como aquellos mecanismos para mantener a las mujeres en puestos jerárquicos bajos y medios, por ejemplo el negar ascensos a madres bajo el argumento de que el puesto requiere viajar.
Además, la falta de redes de apoyo que permiten el desarrollo de las mujeres es conocido como las “escaleras rotas”. El “techo de cemento” se refiere a que las propias mujeres se autoimponen límites; un concepto más reciente creación; alrededor de la misma idea está el “síndrome de la impostora” donde las mujeres dudan de sus capacidades.
Todos estos retos traen como consecuencias: perpetuar la brecha salarial, desventajas en la jornada laboral, estereotipos por razón de género, menor número de mujeres en puesto de liderazgo, así como afectación en la autoestima y el bienestar emocional.
El gran reto, silencioso e incómodo que vivimos las mujeres, jóvenes y niñas, es la violencia por razón de género. Esta violencia nos invisibiliza, nos agrede e incluso nos asesinan en nuestros entornos laborales, en casa o en la calle, solo por ser mujeres.
ONU Mujeres refiere que la crisis de violencia de género es una emergencia, ya que 1 de cada 3 mujeres experimentaremos violencia a lo largo de nuestra vida. En el caso de las adolescentes 1 de cada 4 son abusadas por sus parejas afectivas.
Las violencias que más se ejercen hacia nosotras son la psicológica, sexual y a travésdel uso de medios tecnológicos o digitales, las violencias se presentan en todos los entornos en donde transitamos y habitamos; es decir no hay un espacio seguro para nosotras.
Este 25 de noviembre de 2024, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ONU Mujeres arrancará la campaña bajo el lema “Cada 10 minutos una mujer es asesinada. #NoHayExcusa. ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres”.
Mientras persista el entorno violento y misógino no estaremos seguras y ni alcanzaremos la equidad. Es fundamental que las instituciones y empresas inviertan en acciones para lograr, y no solo declarar, la tolerancia cero ante las violencias ejercidas contra las mujeres.
Las personas debemos ser testigos activos para dejar de normalizar las conductas violentas (visibles e invisibles), denunciar aquellas que vulneren nuestra dignidad.
Es cierto que la representatividad de las mujeres en los puestos de liderazgo como la actual presidenta de México, nos motiva y da esperanzas. No obstante, superar los desafíos para el desarrollo integral de todas las mujeres y jóvenes requiere más que méritos y oportunidades; demanda cambios estructurales justos e igualitarios.
Reflexionemos sobre cómo un entorno libre de violencia y equitativo beneficia a toda la sociedad.
#NoHayExcusa
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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