Document
Por Karla Urriola
audio-thumbnail
🎧 Audiocolumna
0:00
/312.216

A 30 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, un evento donde participaron líderes de opinión de más de 189 países y activistas con el objetivo de establecer una ruta clara para la igualdad de género.

En aquel momento, se identificaron 12 esferas críticas para enfocar las acciones que promovieran la igualdad de género. Estas esferas abarcaban la reducción de la pobreza, la educación y la capacitación, el bienestar de las niñas, la participación en la economía y la vida laboral, salud, equidad en los medios de comunicación, entornos libres de violencia, incluyendo los conflictos armados, el desarrollo de políticas públicas inclusivas y la protección de los derechos humanos.

Un avance significativo se ha logrado en el acceso a la educación y capacitación. En muchos países, se han implementado reformas que han permitido a niñas y mujeres tener mayores oportunidades, cerrando gradualmente la brecha de género en este ámbito. 

De igual forma, gracias a las medidas de igualdad, se ha incrementado la participación de las mujeres en puestos de toma de decisiones políticas, logrando visibilidad en algunas naciones.

A pesar de los logros alcanzados en estas tres décadas, el panorama internacional actual nos muestra que es necesario reflexionar sobre los retos persistentes y los retrocesos que amenazan con frenar el progreso.

Aunque las mujeres participamos cada vez más de manera activa en la economía y el mundo laboral, es crucial poner el foco en la economía del cuidado. Estas tareas, que incluyen el cuidado no remunerado de otras personas, siguen siendo vistas como una opción para los hombres y una responsabilidad socialmente obligatoria para las mujeres. Esta carga desigual tiene un impacto profundo en el bienestar y el desarrollo personal y profesional de las mujeres, perpetuando barreras estructurales que dificultan su plena igualdad. 

Por otro lado, en la actualidad dos terceras partes de los países han promulgado leyes para combatir la violencia contra las mujeres. Sin embargo, a pesar de estos avances legislativos, el principal desafío radica en su implementación efectiva. Como resultado, el 70% de las mujeres en el mundo continúa enfrentando algún tipo de violencia, que en la mayoría de los casos es perpetrada por sus parejas o personas cercanas.

En los conflictos armados que hemos presenciado a lo largo del mundo, donde la lucha por el poder prevalece, las mujeres y niñas suelen ser las principales víctimas. Son agredidas, utilizadas como armas de guerra y sometidas a diversas formas de violencia física, sexual y psicológica.

En materia de derechos humanos, las mujeres hoy tenemos acceso al voto, existen leyes que prohíben prácticas como la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil, y en algunos países se ha reconocido el matrimonio igualitario

Sin embargo, en los últimos años, los derechos sexuales y reproductivos han sufrido un grave retroceso. Decisiones fundamentales sobre nuestros cuerpos siguen siendo discutidas, negadas y controladas por otros. El tabú y el limitado acceso a productos de higiene menstrual siguen siendo una realidad en muchas regiones, la violencia obstétrica persiste en los sistemas de salud y todo esto impacta directamente en nuestra libertad para decidir quiénes queremos ser.

En el tema de salud mental, persiste una preocupante estigmatización y patologización de ciertos padecimientos, como la creencia errónea de que únicamente las mujeres tienden a la depresión sin tomar en cuenta el contexto que limita nuestras opciones de vida, dada la desigualdad. Este sesgo de género no solo perpetúa prejuicios, sino que también limita el acceso a diagnósticos y tratamientos adecuados.

Por otro lado, la pobreza y otras interseccionalidades —como las discapacidades, la pertenencia a pueblos originarios, la edad, la sexualidad o las creencias espirituales— continúan siendo invisibilizadas e ignoradas en las agendas públicas. 

Es fundamental –aunque nos incomode - reconocer que, a 30 años de la Declaración de Beijing, enfrentamos nuevos retos y retrocesos que amenazan con despojarnos a las mujeres y niñas de derechos alcanzados. Gobiernos, instituciones educativas, empresas y la sociedad civil debemos seguir trabajando para garantizar que las políticas de igualdad sean efectivas y sostenibles a largo plazo.

Por justicia social, la lucha por la igualdad de género debe seguir adelante sin detenerse ni retroceder. La Declaración de Beijing sigue siendo más relevante que nunca.

Este 8 de marzo debemos conmemorar las luchas pasadas y reafirmar nuestro compromiso con un futuro donde la igualdad de género sea una realidad tangible para todas.

Karla E. Urriola Gonzalez 

Es líder de Igualdad, Inclusión y Pertenencia en el Centro de Reconocimiento de la Dignidad Humana de la Vicepresidencia de inclusión, impacto social y sostenibilidad del Tec de Monterrey.  Docente en la carrera de Lic. en Psicología del Tec de Monterrey. Es psicóloga, sexóloga educativa y clínica. Fue finalista del Premio Nacional a los Derechos Humanos (Comisión Nacional de los Derechos Humanos México DF 2012).


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.