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Por Kimberly Armengol

Acabo de pasar unos días en Dinamarca y los países nórdicos y, justo a mi regreso, vuelvo a escuchar la ocurrencia esa de que México tendrá un sistema de salud público mejor que el danés.

Quiero creer que se trata de una jocosidad para ponerle sal y pimienta a la conferencia matinal, un cotorreo pues y no que haya alguien que crea que eso es posible.

De Dinamarca no nos separan más de nueve mil kilómetros, nos alejan varios metaversos.

El horario de Dios

Empecemos por un ejemplo que resulta cómico. Mientras nosotros (México) perdimos cientos de horas para eliminar el horario de verano por no corresponder al "horario de Dios" y resultaba "complejo e insano" acostumbrarse, los daneses tienen por estas fechas 17 horas de luz, anochece cerca de la media noche y amanece alrededor de las cuatro de la mañana.

Ni hablar del invierno, con más de 15 horas de oscuridad y a las cuatro de la tarde ya anocheció.

Evidentemente, no hay ningún danés explicando que a sus dioses no les gusta ese horario ni justificando imponderables.

Lo que viene siendo calidad de vida

En Dinamarca el 50 por ciento de la población es propietario de su vivienda con créditos hipotecarios con un interés máximo de dos por ciento. En algunos casos, sin ningún interés. ¿Nosotros? Para acceder a un crédito hipotecario se tiene que pagar aproximadamente un 11 por ciento de interés. Si hablamos de las tarjetas de crédito, el tema se vuelve vomitivo por el abuso que se le permite a la banca privada en México.

También mientras en nuestro país es un viacrucis (descomposturas, caos, accidentes) saber si podremos llegar al trabajo en transporte público, los daneses saben exactamente a qué hora pasa qué vagón y cuál es su destino ¡y nunca falla!

Por otra parte, jamás veríamos un niño mendigando por las calles o trabajando como en México donde hay más de dos millones trabajando y, por lo menos, 100 mil viviendo en las calles.

Somos nosotros, no sólo el gobierno

Basta de la catarsis económica y política de comparar a Dinamarca y a México y vamos a responsabilizarnos nosotros también.

En Copenhague, capital danesa, las bicicletas dominan el paisaje urbano. Por todos lados las estacionan y ¡nunca están aseguradas con cadenas o candados!

Acostumbrada - como estoy - a la realidad mexicana de chingarse lo que se pueda, resulta impresionante ver como dejan por doquier sus bicicletas sin preocuparse de que si se las van a robar o no.

Y no, no es un tema de necesidad o de pobreza lo que nos diferencia, es mucho más complejo y estructural que eso.

(Recordé a aquel notable científico mexicano de apellido Peña Nieto que decía que  el problema estaba en nuestro ADN)

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Y no, nunca cambiaría a mi tan imperfecto México por ningún sueño nórdico, pero es una pena que nos conformemos con tan poquito.

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@KimArmengol

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