Por Laisha Wilkins
La mayoría de nosotros, en algún momento, hemos conocido a un mejor amigo con cuatro patas. Ya sea un gato o un perro, estos compañeros peludos se convierten en familia. Pero, ¿te imaginas que 7 de cada 10 de tus amigos sufrieran maltrato? Esa es la realidad que enfrentan los animales de compañía en México.
Entonces, ¿cuál es nuestra responsabilidad como dueños? ¿Y qué propone este gobierno para garantizarles una vida digna a nuestros queridos compañeros?
Muchos piensan que la defensa de los derechos animales y la lucha contra el maltrato es una moda reciente o parte de una agenda social de las nuevas generaciones. Pero la realidad es que esta lucha comenzó oficialmente en 1822 en Inglaterra, con la promulgación de la primera ley de protección animal. Esta legislación prohibía el maltrato a animales como el ganado y los caballos, penalizando acciones como golpearlos, herirlos o someterlos a sufrimientos innecesarios. Esta ley marcó un hito mundial, sentando las bases para futuras iniciativas sobre el tema.
En 1978, la Declaración Universal de los Derechos de los Animales fue proclamada en París. Aunque no fue adoptada oficialmente por la UNESCO ni por la ONU, se convirtió en un referente global para nuevas leyes, fomentó la creación de colectivos y asociaciones civiles, y ayudó a generar conciencia sobre los derechos que merecen todas las especies.
Entre los puntos más destacados de esta declaración se establecen principios clave:
● Todos los animales tienen derecho a la existencia.
● Los humanos no deben exterminar, explotar ni violentar a los animales, y tienen la obligación de usar su conocimiento para preservar las especies.
● Si la muerte de un animal es necesaria, debe ser instantánea e indolora.
● Los animales escogidos como compañeros tienen derecho a vivir según su longevidad natural, y el abandono de un animal es considerado un acto de crueldad que debe sancionarse.
¿Y cuál es la realidad en México?
Lamentablemente, el maltrato animal en nuestro país sigue siendo un problema arraigado. Por un lado, prácticas culturales y tradiciones, como las peleas de gallos o las corridas de toros, se defienden bajo el argumento de ser "patrimonio cultural". Por otro, la explotación en actividades agrícolas o ganaderas, sumada a la ignorancia, ha reforzado la idea de que los animales son solo recursos utilitarios: herramientas, mercancías o productos para consumo humano, sin considerar su derecho a una vida y una muerte digna.
Con el avance de la urbanización en México, la domesticación de diversas especies se hizo cada vez más común. Esto llevó a que asociaciones y movimientos sociales buscarán mecanismos para garantizar los derechos de los animales. En el año 2000 se promulgó la primera ley federal enfocada en su bienestar: la Ley General de Vida Silvestre. Aunque estaba orientada principalmente a especies no domesticadas, incluía disposiciones contra el maltrato animal en general. Este marco legal evolucionó con la creación de leyes estatales y la implementación de unidades especializadas en las fiscalías para proteger a los animales domésticos, donde ya se contemplaban sanciones para los responsables de actos de crueldad.
A pesar de esto, en muchos estados las autoridades no daban prioridad a estas problemáticas. Sin embargo, en el 2022 ocurrió un caso que marcó un precedente importante: el asesinato de Athos y Tango, dos perros rescatistas de la Cruz Roja, quienes fueron envenenados. Este hecho llevó a un juicio histórico que resultó en una sentencia de 10 años y seis meses de prisión para el responsable, sentando un ejemplo sobre la gravedad de estos actos. ¿Qué mensaje estamos enviando como sociedad cuando algo tan atroz tiene que suceder para que reaccionemos?
Hoy en día, las redes sociales juegan un papel crucial al visibilizar casos de violencia y maltrato animal. La presión social generada en estas plataformas ha impulsado a las autoridades a tomar medidas más severas. Un ejemplo reciente es la creación del Registro Único de Animales de Compañía (RUAC) en la Ciudad de México. Esta reforma, que se planteó desde 2017, busca registrar a todos los perros y gatos de compañía. Su objetivo es proteger tanto a los animales como a sus dueños en casos de extravío, robo o agresiones, ya sea contra personas o contra los propios animales.
Además, este registro se complementa con la credencialización de paseadores de animales, una medida que responde a reportes de prácticas violentas por parte de algunos de ellos. Con esta regulación, se busca garantizar que quienes se dedican a este oficio cuenten con capacitación adecuada y que se les pueda responsabilizar en caso de vulnerar los derechos de las mascotas.
Las sanciones por maltrato animal, establecidas en diversas leyes y códigos penales, van desde multas de 3,000 a 6,000 pesos por lesiones, hasta penas de prisión que oscilan entre 6 meses y varios años, como en el caso de Athos y Tango. Sin embargo, estas medidas no son suficientes. Según el INEGI, México ocupa el tercer lugar mundial en maltrato animal y el primero en Latinoamérica en número de animales en situación de calle. Anualmente, más de 60,000 animales mueren debido al maltrato, y aunque se presentan cerca de 20,000 denuncias al año, solo el .01 % termina en sanciones. ¡Si ni siquiera se castigan los delitos contra humanos, qué podemos esperar en este tema!
Imagina esto, sólo en el Estado de México hay más de 5 millones de perros en situación de abandono, peligro o maltrato, y esto no es cosa menor, una fauna así también representa riesgos sanitarios, tanto para los animales como para la comunidad, ahora piensa en el problema que hay a nivel nacional. Ante la incapacidad de las autoridades para atender esta problemática, los colectivos y asociaciones civiles han tomado un rol protagónico. Organizan campañas de adopción, vacunación y esterilización, y se sostienen gracias a donativos que mantienen refugios para animales abandonados, extraviados o rescatados tras denuncias ciudadanas. Además, estos grupos exigen al gobierno la implementación de medidas más eficaces para garantizar los derechos de los animales.
¿Qué ha hecho recientemente el gobierno para proteger a nuestros compañeros de vida?
Sorprendentemente, en este tema sobre los derechos de los animales, nuestros políticos sí lograron ponerse de acuerdo, todos, tanto Diputados Federales como Senadores. Con un voto unánime de todos los grupos parlamentarios, se aprobaron reformas constitucionales que reconocen a los animales como "seres sintientes". Esto busca reforzar la responsabilidad del Estado para garantizar su bienestar.
Estas modificaciones a los artículos 3, 4 y 73 de la Constitución proponen medidas más estrictas para el cuidado y protección de los animales en México. Sin embargo, aún queda pendiente debatir la prohibición de prácticas que algunos defienden como "tradicionales", como las corridas de toros y las peleas de gallos. Según se dice, estas serán abordadas en leyes secundarias.
Entre las reformas más destacadas, se incluye la enseñanza sobre los derechos de los animales en los programas educativos de nivel básico y medio superior. Con esta medida, se busca inculcar en niños y adolescentes el cuidado y la responsabilidad hacia los animales de compañía, fomentando una comunidad más consciente y empática hacia todas las especies.
Estas acciones tienen el potencial de impactar tanto a las nuevas generaciones como a las políticas públicas. El Estado estaría comprometido a mejorar la vida de millones de animales, desde mascotas hasta animales de granja explotados para consumo, sin olvidar a las especies silvestres amenazadas por el comercio ilegal o desplazadas por megaproyectos. Un ejemplo claro es el caso del jaguar, afectado por el controvertido proyecto del Tren Maya.
Esta iniciativa forma parte de los 100 compromisos principales de la nueva administración de Claudia Sheinbaum, quien recientemente declaró, cito textualmente: “Los animales deben ser tratados con dignidad y respeto, ya que forman parte de nuestro entorno y tienen derecho a vivir sin sufrimiento.” Ojalá que otros políticos de su partido la escuchen, como Ricardo Monreal, quien, al ser cuestionado sobre la prohibición de las corridas de toros, sugirió buscar mecanismos para que estos "espectáculos" puedan continuar sin lastimar ni sacrificar a los animales.
Por otro lado, Pedro Haces, también del partido guinda y coordinador de su grupo parlamentario, aseguró que prohibir la llamada “fiesta brava” acabaría con muchos empleos. Y no conforme con eso, remató diciendo que “al taurino le gusta la fiesta de sol, sangre y arena”, comparando la tauromaquia con las tradiciones milenarias de los gladiadores romanos. Por cierto, Haces es un empresario destacado en la industria taurina... Quizá de ahí venga su motivación para que esta práctica no se prohíba en México, no sé, piénsalo.
Como siempre, los políticos no perdieron la oportunidad de posar en portadas de periódicos junto a sus animales de compañía, haciendo que esta ley luzca muy llamativa. Pero, como suele ocurrir, falta mucho por ver en cuanto a su implementación. Aún no está claro cómo se garantizará su aplicación, especialmente en el ámbito rural o en la domesticación de especies, ni cuál será el presupuesto asignado, las sanciones, las multas o los niveles de gobierno responsables de atender las denuncias de maltrato animal. Porque, seamos honestos, en México tener una ley no siempre es garantía de que se cumpla, mucho menos cuando las autoridades están rebasadas por otros motivos, como los altos índices de inseguridad.
Ya lo decía Gandhi: 'El grado de civilización de una sociedad se mide por la forma en que trata a sus animales.' Y aunque hoy tenemos nuevas leyes, también necesitamos acción. Desde el gobierno hasta la sociedad, todos podemos construir un lugar mejor para ellos, porque su bienestar también define quiénes somos como sociedad.
*Conductora (Emmy-winner 2018) Columnista. Actriz. Conferencista ventas@mapah.mx Conduce @AcaEntreNews MGMT: @Lolo_andCo
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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