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Por Laisha Wilkins

No cabe duda que en México se viven tiempos de cambios, aun siendo un país tan machista, uno de los lugares más peligrosos para las mujeres, el segundo con la tasa más alta de feminicidios en América Latina, sólo por detrás de Brasil, y teniendo grandes diferencias en oportunidades de educación, trabajo, responsabilidades y salarios; hoy, por primera vez una mujer mexicana podría ocupar la presidencia.

La lucha comenzó en los años 50 cuando se reconoce el derecho al voto femenino, el camino continúa al ganar plazas en las Cámaras y también con la primer gobernadora Griselda Álvarez de Colima, seguidas con candidaturas a la presidencia como Rosario Ibarra, Marcela Lombardo, Cecilia Soto, Patricia Mercado y Josefina Vázquez Mota hasta llegar al escenario de hoy, con mujeres al frente de la Suprema Corte de Justicia y el Instituto Nacional Electoral, y dos mujeres como principales candidatas a la presidencia. que nos presenta la posibilidad de tener, a una de ellas, a cargo del Ejecutivo.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.