Por L'amargeitor
Hace unas semanas en la grabación de la nueva campaña de Opinión 51 Stephanie Lewis me hizo una pregunta que me sigue dando vueltas en la cabeza y hoy por fin voy a tratar de aterrizar…
“¿Tú qué haces para inspirar a otras mujeres?”
Mi primer impulso fue pensar: nada. Nada, porque yo no voy por la vida con la intención de evangelizar a nadie, ni mucho menos pensando que yo puedo ser una fuente de inspiración de absolutamente nada siendo que mi vida muchas veces está completamente de cabeza y que la mayoría de las cosas que hago, las hago para procesarme y resolverme a mí y nada más.
Pero me quedé masticando la pregunta y he llegado a la conclusión de que con, o sin querer, lo que somos definitivamente influye en los demás per se. No porque tengas seguidores o plataformas en donde más gente pueda ver o escucharte, sino porque vivir y convivir, implica forzosamente influir, o por lo menos, esa debería de ser la idea…Dejar algo en alguien más, sin agenda, sin intención, sin pretensiones. Sembrar. Dejarle un cachito de ti que le sirva a alguien más para crecer. Para sanar. Para sentirse mejor. Para hacerlo mejor. Y sentirse querido. Acompañado. Escuchado.
Pasar desapercibido en la vida de los demás me parecería una tragedia y, repito, no estamos hablando de fama (qué hueva lo de la fama, no sirve más que para engordar egos y distraer de las cosas que sí importan) estamos hablando de conectar, de tener la capacidad de establecer vínculos que nos hagan sentir a nosotros también parte de algo (porque, insisto, no se trata de ponerse la etiqueta de “mírenme, mírenme como voy por la vida salvando gente”) de poder tejer redes, diferentes redes, muchas redes que nos alimenten el cerebro, el cuerpo, y por supuesto, el alma.
Redes grandes, pequeñas, medianas. Redes mixtas. Redes solo de mujeres. Redes cercanas. Y redes lejanas. Redes. Muchas redes. En persona. En línea. Alianzas. Puertas. Y ventanas que nos hagan abrir caminos y asomarnos a nuevos horizontes y que, al hacerlo, invitemos a otros también a asomarse con nosotros o aprendan a ir solos y eventualmente nos abran, tal vez, un nuevo camino o podamos simplemente observar al otro andar el suyo y acompañarlo.
Lo más importante para poder conectar, hacer redes y abrir esos caminos significativos y que den frutos, sin lugar a duda, es la realidad y no hablo de las circunstancias sino de la autenticidad. Desde luego que tejer, conectar y caminar implica muchas veces planeación e intención, pero si el origen de los planes y las intenciones no es genuino tampoco podrá serlo el resultado, o por lo menos así lo pienso yo.
Por eso, después de mucho reflexionar la respuesta a esa pregunta, querida Steph, es que aunque no vaya por la vida pensando en influenciar a nadie, me parece que si algo puedo ofrecer como “fuente de inspiración” siendo simplemente humano (¿o es humana?), es ser completamente yo y tratar de ser lo más congruente posible conmigo misma, esperando que eso le ayude a alguien más a darse a su vez, permiso de ser quién es y estar completamente convencida de que ser auténtico será siempre el mejor cimiento para ser todo lo demás.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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