Por Laura Brugés

No tengo palabras para describir lo emocionante que fue presenciar este momento de la historia del país, cuando trabajadores y estudiantes en contra de la Reforma al Poder Judicial irrumpieron en el Senado de la República, escribiendo un capítulo en el que defendieron el futuro de la República.

Mientras narraba lo que pasaba, me temblaban las manos y se me hicieron agua los ojos. A través de transmisiones en vivo para mis redes sociales, sentada sobre un escaño, capturaba con mi celular las voces que exigían ser escuchadas, que gritaban con fuerza consignas, y que cantaban al unísono el Himno Nacional. La escena de las banderas y los megáfonos solo podría describir que ellos no solo defendieron con su trabajo de años los derechos de los mexicanos, también defendieron con fuerza la República.

Al momento que lograron ingresar los inconformes al Pleno, los senadores de Morena, PVEM y PT ya habían huido del recinto legislativo alterno, mientras que en el Senado aún estaban los senadores del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, a quienes les gritaban: ¡No están solos! ¡No están solos!

No era para menos lo que sucedió, debido a que hubo persecución hacia legisladores de oposición. Tal fue el caso del senador Daniel Barreda, de Movimiento Ciudadano, quien estuvo todo el día incomunicado atendiendo la detención de su padre. Clemente Castañeda calificó el hecho como una “represalia” por haber anunciado que votaría en contra de la reforma.

La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, me etiquetó a mí y a un grupo de periodistas, para acusarnos de mentirosos. El coordinador de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández, aseguró que estaba en la Ciudad de México; y en la Mesa Directiva se simuló una supuesta llamada con el senador de Movimiento Ciudadano. Al caer la noche, todo esto quedó desmentido: la diputada Ivonne Ortega y Juan Zavala, ambos de MC, acudieron a Campeche para corroborar los hechos y, en efecto, confirmaron que el senador Barreda se encontraba en un juzgado para solicitar la liberación de su padre, y no en la Ciudad de México como dijeron el presidente del Senado y el coordinador de la mayoría.

En lo que respecta a los Yunes, padre e hijo, en un solo día hicieron una maniobra.

En la noche, la Mesa Directiva anunció que el senador Miguel Ángel Yunes Márquez (el hijo y titular del escaño) se reincorporaba al Senado, después de que en la mañana Yunes padre rindió protesta solo para sacarle los trapos sucios a Marko Cortés, a quien le echó en cara aquel café de la Parroquia (Veracruz), al que acudió para defender a su hijo.

La sesión siguió en la antigua sede del Senado, en Xicoténcatl, y al abrir la misma, el presidente de la Mesa Directiva, Fernández Noroña, hizo un enérgico reclamo por los hechos, que llamó “injustificables, que vulneran la soberanía del Poder Legislativo”. Pareciera que olvidó toda esa lucha social que lo antecedió cuando era contenido por policías a las afueras del mismo recinto legislativo que hoy preside.

Tengo sentimientos encontrados, porque por un lado sí fue un día oscuro para la Patria, porque Morena y sus aliados consiguieron nivelar los votos para cumplir con la misión de aprobar la reforma del Poder Judicial. Nos distrajeron con la operación matemática de los 85-86 votos, mintieron, usaron todo el aparato de las fiscalías locales para presionar. Y, por otro lado, también fue un día memorable, de esos que no se olvidan, que dan esperanza a la Patria, aunque haya sido solo un instante.

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