Por Laura Brugés
La imagen que nos dejó el incidente de la presidenta Sheinbaum con legisladores de Morena y el Partido Verde durante el evento para “Defender la Soberanía” no debería sorprendernos. Fue la consecuencia de lo que ocurrió en el Senado y la Cámara de Diputados con la reforma del nepotismo impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y que contemplaba su aplicación en 2027 pero luego fue modificada para extenderse hasta 2030.
Los discursos en la máxima tribuna del país, así como los elogios a la presidenta, se los lleva el viento. Carecen de credibilidad y sustento. Escuchaba al coordinador de Morena, Ricardo Monreal, dar su posicionamiento durante el debate sobre la reforma de soberanía en tribuna, cuando dijo:
“…Ahora la presidenta Claudia Sheinbaum, que poco valoramos, se ha atrevido con valentía a proponer una reforma impresionante. Debimos haber sido los legisladores quienes la planteáramos. No lo hicimos nadie, ningún grupo parlamentario ni ningún legislador”.
Cuando escuché esto, recordé mi columna pasada, en la que mencioné que los legisladores no aprueban nada de lo que ellos mismos presentan. Más bien, todo el trabajo legislativo de esta legislatura se ha concentrado en lo que envía el Ejecutivo o en leyes secundarias para dar un marco jurídico tras la desaparición de instituciones como el Poder Judicial y los órganos autónomos.
¿Qué decir del diputado Alfonso Ramírez Cuéllar, que se envalentonó presentando una iniciativa para corregir la modificación impuesta por el Senado, que extendió hasta 2030 la reforma en contra del nepotismo propuesta por la presidenta? Pero le faltaron agallas—por no decir otra palabra—porque la reserva que presentó para corregir dicha modificación, ¡la terminó retirando él mismo!
Ahora presentó una iniciativa de la Ley Federal Antimonopolio y de Competencia Económica, que técnicamente sería la primera aprobada por un diputado en esta legislatura, si lo dejan. Pero todo indica que no será así, ya que el trabajo legislativo de la LXVI Legislatura se ha concentrado en aprobar únicamente lo enviado por el Ejecutivo, sobre todo en materia de simplificación orgánica, tras la eliminación del IFT y la Cofece.
Digo esto para mostrar que, en realidad, las iniciativas de los legisladores no llegan al pleno. Si la Consejería Jurídica de la Presidencia presenta una propuesta similar o si los mismos morenistas la entrampan ¡Pobre diputado! Perdería toda credibilidad o seguiría la racha de que no se aprueba nada presentado por iniciativa propia de los legisladores de la LXVI legislatura. Insisto: los diputados han perdido el derecho a que sus propuestas sean tomadas en cuenta.
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