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Por Laura Manzo

Samuel García llegó a arruinar la fiesta, la que parecía una contienda presidencial inédita en nuestro país, entre un par de mujeres progresistas e inteligentes, fue irrumpida por el naranja fosforescente, que vende ilusiones a los jóvenes y a los odiadores del PRIAN. Pero le duró poco su bacacho. Se echó un drink y media bailada norteña, y se vio obligado a regresar a casa antes de la medianoche, a intentar gobernar Nuevo León otra vez. Los neoleoneses, algunos, dicen que ya no lo quieren de regreso. Ni hablar. 

Y mientras se arregla el asunto de los dos gobernadores en tierras regias, Movimiento Ciudadano sale a la cínica defensa para decir que se sienten motivados por sus palabras, argumentando que “lograron sacudir la conciencia de millones de jóvenes”. ¿Millones? ¿Será cierto?

Estos diez días en que Samuel y Mariana hicieron campaña, coincidieron con una percepción negativa de la campaña de Xóchitl Gálvez, la que ha sido cuestionada y analizada como un movimiento desairado y faltante de estrategia, después del verano pasado en el que la hidalguense logró llamar la atención de los medios y de las redes sociales. Se habló hasta de que Movimiento Ciudadano se posicionaría en segundo lugar muy pronto. Ya no sabremos, pero de eso se habló.

Aunque ninguna de las futuras candidatas sea digna representante del movimiento feminista y ninguna haya dejado ver que trae una agenda con perspectiva de género, el camino de la contienda era más esperanzador e interesante que con Samuel y su innovadora manera de hacer ruido -según él, política. Pero, ¿y los jóvenes realmente están conmovidos con esta pareja fosfo-fosfo? 

Sorprendería desde el ángulo en el que ella es una nueva versión de la Gaviota. La celebridad a favor de la política. La política a partir de tiktokazos o telenovelas. La diferencia por anotar es que Mariana llegó a la fama por estrategia propia en redes sociales, mientras Angélica Rivera por estrategia respaldada por Televisa. La otra, y más importante, es que Mariana se ha involucrado en la actividad política, a diferencia de la actriz durante el sexenio de Peña Nieto. Ninguna de las dos tomó el cargo honorario de la presidencia del DIF, pero la modelo e influencer fue la titular de una entidad llamada “Amar a Nuevo León”, creada por su marido para coordinar, planear, administrar y ejecutar programas prioritarios a cargo de la Administración Pública.  

¿Y esto de que ellas se involucren a fondo o no, les importa a los votantes? ¿A los jóvenes? ¿Pero tampoco les importa aquel episodio machista durante la videollamada? Samuel García fue señalado de violencia de género cuando le dijo a su mujer: “estás enseñando mucha pierna, me casé contigo pa’ mí, no pa’ que andes enseñando”. ¿Ya se les olvidó o los millenials y los centennials no son tan feministas como dicen? ¿Pero tampoco les importa a los hartos de la polarización y la vieja política las condiciones en que Samuel García dejó el estado? ¿Pero a los jóvenes tampoco les importa que si -acordado con AMLO o no lo del esquirol, el candidato de Movimiento Ciudadano parta el voto opositor en dos y le dé más poder a Morena, quien en su continuidad parece seguirá empujando para restar poder a las instituciones como el INE o al poder Judicial Federal y a la Suprema Corte de Justicia, y todo se termine pareciendo más a los años de la dictadura perfecta del PRI? 

Después de este fin de semana tan convulso, esos millones de jóvenes, supuestamente seguidores de Samuel y Mariana, quedaron huérfanos. Ya veremos con qué ficha nueva juega Movimiento Ciudadano, pero podríamos darles más crédito a esas generaciones y retarlas a cuestionar a los candidatos, así como las feministas cuestionamos a las mujeres que no por ser mujeres pensamos que cerrarán por acto de magia la brecha de género y acabarán con la violencia machista, que incluso exigimos agenda de género sin importar la identidad de los candidatos. 

Este fin de semana puede tomarse como la oportunidad de empujar a todos aquellos mexicanos de entre 28 y 35 años a exigir más de cualquiera de los partidos; a exigirles más que apoyos y programas sociales, una mejor educación o un mejor sistema de salud. Yo no creo que la juventud se dejara arrastrar en diez días ya fuera que estuvieran dudando de Xóchitl, de Claudia o sin preferencia aún. Si bien la vara de los partidos es bajísima, la de los jóvenes podría ser mucho más alta. 

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@LauraManzo

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