Por Leticia Bonifaz

A cuatro kilómetros al este de Comitán, en Chiapas, se encuentra una ranchería con el nombre maya de Yocnajab, que en lengua tojolabal significa lugar de comerciantes. A diferencia de Comitán que, por la llegada de los aztecas, perdió su nombre original de Balún Canán, a Yocnajab solo le antepusieron el San José en la conquista. Desafortunadamente hoy, ninguna persona en el lugar habla tojolabal.

El primer nombre azteca de Comitán fue Comitlán, que significa "lugar de alfareros" o "lugar donde se hacen ollas". En el actual municipio, solo las mujeres de Yocnajab conservan la tradición ancestral de la alfarería.

Volver los ojos a las alfareras de Yocnajab y mostrar su arte fue una iniciativa de una mujer originaria de los Países Bajos que vivió largo tiempo en San Cristóbal, pero que huyó de la gentrificación que ha sufrido la ciudad vecina. Ella se llama Jose Welbers y es conocida como “la holandesa”. La primera vez que estuvo en Yocnajab, le comentaron que les hacía falta un horno comunitario para cocer sus piezas. Fue así como surgió la idea de organizar la primera feria del barro para recaudar fondos. Al ser insuficientes, la ayuda llegó de Holanda, según comentan las alfareras.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.