El 11 de septiembre quedó marcado por los ataques a las Torres Gemelas. Pero hay otra efeméride que coincide, con diferencia de 38 años: el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile. El ataque al Palacio de la Moneda sucedió en 1973. Las relaciones entre Chile y México eran muy estrechas. Entre Salvador Allende y Luis Echeverría existía una gran coincidencia ideológica. El presidente chileno había visitado nuestro país el 2 de diciembre de 1972. En Guadalajara pronunció un discurso que él mismo consideró el mejor de su vida.
Después del golpe de Estado, la embajada mexicana abrió sus puertas para dar asilo a los chilenos que buscaban a México como opción de resguardo inmediato y traslado posterior. El longevo embajador Gonzalo Martínez Corbalá (falleció a los 89 años) tuvo la oportunidad de narrar en múltiples ocasiones lo que fueron esos aciagos días. Cinco aviones mexicanos lograron salir de Chile con exiliados. En el primer vuelo viajaba Hortensia, la viuda de Salvador Allende, y sus dos hijas: Isabel y Beatriz. Isabel se dedicó a la política y Beatriz se casó con el diplomático cubano Luis Fernández de Oña; la hija de ambos, Maya Fernández, es hoy la ministra de Defensa en el gabinete de Gabriel Boric.
La dictadura duró 17 largos años. Un plebiscito de octubre de 1988 obligó al dictador a convocar a elecciones generales. El nuevo presidente electo fue el candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin. Tomó posesión el 11 de marzo de 1990.
Resulta muy extraña la forma en la que Chile transitó de una dictadura a una democracia con una Constitución que fue promulgada en la dictadura a través de un plebiscito que se celebró el 11 de septiembre de 1980 (noveno aniversario del golpe de Estado). Esta Constitución sigue vigente porque el reciente intento de modificarla no contó con la mayoría deseada.
Un gran número de chilenos comenzó a exigir desde el primer gobierno de Bachelet que se convocara a un nuevo constituyente por esta situación anómala de que una democracia no puede estar fundada en la Constitución emanada de la dictadura. El proceso constituyente era cuestionado no solo por su origen, sino porque tampoco tuvo un padrón electoral confiable ni fue hecho en condiciones en que estuvieran garantizadas la libertad de expresión, información y reunión.
Fue el 15 de noviembre de 2019 cuando se logró iniciar el proceso del nuevo constituyente derivado del Acuerdo por la Paz Social y la nueva Constitución. Se garantiza que habrá composición paritaria y se reservan cupos en la Convención Constitucional a los pueblos indígenas y personas en situación de discapacidad.
La Convención eligió a María Elisa Quinteros, una indígena mapuche, como presidenta en sustitución de Elisa Loncón. El 19 de diciembre de 2021 Chile eligió como presidente a Gabriel Boric en segunda vuelta y, ya bajo su presidencia, se realizó el 4 de septiembre pasado el plebiscito para aprobar la nueva Constitución en el que votaron más de 13 millones de personas. Fue el proceso electoral con mayor participación en la historia del país sudamericano. La propuesta fue rechazada por el 61.86% de los votos válidamente emitidos.
Después de la expresión del NO mayoritario a la nueva Constitución, se queda en el tintero la que hubiera sido la Constitución más moderna y progresista de América Latina producto de un proceso por demás interesante.
La sociedad chilena pareciera que se mantiene con un porcentaje de población mayoritariamente conservadora. El presidente Boric aseguró que continuará buscando el camino para llegar a una nueva Constitución. ¿Cuál será la vía? Chile no deja de sorprendernos. Habrá que seguir mirando al sur.
@leticia_bonifaz
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