Por Leticia Bonifaz
Las mujeres que han llegado a los lugares más altos de decisión en los organismos internacionales y en los gobiernos de los distintos países han insistido en señalar que con presencia de más mujeres en la política se provocan cambios en la manera de hacer política.
Hace ya décadas se ha venido intentando incrementar el número de mujeres en puestos de decisión pública. Aunque cabe precisar que no se trata solo de número, sino de calidad en la representación. También han sido estudiadas las razones por las que las mujeres, no obstante haber adquirido el derecho a votar y ser votadas, en el caso de México hace ya casi 70 años, no han tenido un aumento espontáneo en la participación, sino que ésta ha sido producto de medidas internacionales y nacionales.
En México, logramos tener la primera gobernadora en 1979. 26 años después de haber conseguido el derecho al voto. Las que vinieron después se fueron espaciando en el tiempo y siguieron siendo la excepción, no la regla. Tuvieron que venir las cuotas para que aumentara la presencia de mujeres en las cámaras y luego la regla de la paridad. El actual número de gobernadoras se logró por el impulso de un despacho de litigio estratégico que provocó que el INE interpretara, a partir de los argumentos vertidos, que los partidos políticos postularan a mujeres en la mitad de las candidaturas en juego.