Por Lidia Oralia Sarabia A.
La historia de nuestra entidad había tenido siempre la fama de ser un estado violento, por el hecho de que es la cuna de algunos líderes del narcotráfico y porque efectivamente se sabía de hechos de violencia, pero nunca como lo vivido en el primer culiacanazo, nunca como lo vivido estos últimos 65 días a partir del 9 de septiembre donde los hechos de violencia han rebasado límites inimaginables. Hasta antes de esa fecha la ciudadanía vivía en paz, hacía su vida de manera ordinaria, transitaba por las calles en paz, festejaba, disfrutaba de verdad.
Tristemente hoy vivimos una realidad que no conocíamos y que está afectando gravemente la vida de los y las sinaloenses, las cuentas de los hechos varían según la fuente, recientemente al cumplirse los dos primeros meses un medio de comunicación detallaba que ya eran más de 400 los muertos, mientras que en otro medio se hablaba de poco más de 350, más de 1200 robos de vehículos y más de 300 desparecidos.
Innumerables cancelaciones de eventos masivos, fiestas y eventos particulares también canceladas o pospuestas, son parte de los saldos, cierres permanentes y temporales de restaurantes, comercios y toda clase de empresas y ni qué decir de la pérdida de fuentes de empleo es algo de lo mucho que estamos sufriendo en Sinaloa y que no imaginamos vivir.
¡Cuando no nos llueve nos llovizna!
Hoy Sinaloa enfrenta también una complicada situación de sequía, agravada en los últimos años por la falta de lluvia y las intensas jornadas de calor, tierras que se quedarán sin sembrar o que han cambiado de cultivo y la falta de precio para granos como el maíz o el trigo mantienen en la incertidumbre la actividad agrícola en Sinaloa.
Según los datos dados a conocer por el Monitor Sequía en México, Sinaloa ocupa el segundo lugar sólo después de Chihuahua, como los dos estados más afectados por la sequía.
El impacto principal se manifiesta en la reducción de la superficie cultivada, ya en el presente ciclo agrícola 2023-2024 se redujo un 35% las tierras sembradas en Sinaloa y también se manifiesta en el impacto económico que esto ocasiona debido a que este sector emplea al 23 % de la PEA.
Sin duda las cuentas para el sector agrícola en Sinaloa no son nada favorables, por lo que solo nos resta rezar al creador que se apiade de este estado trabajador y pujante del noroeste del país.
Reconstruirnos como sociedad
No cabe duda que enfrentamos dos escenarios muy complicados y que nos costará mucho remontar, será la fuerza de su gente, la creatividad de los empresarios, la participación de los gobiernos y el espíritu de sus jóvenes lo que permita que iniciemos de nuevo.
No olvidemos que cuando más oscuro se encuentra, es cuando empieza a amanecer, esa es la esperanza, la apuesta, la convicción de que no debemos quedar como estamos.
Reconstruir la vida, recuperar nuestros espacios, exigir que la autoridades hagan lo propio y regresen la paz a sus ciudadanos es tarea prioritaria para Sinaloa en los próximos meses.
Sinaloa es un pueblo, alegre, luchón, emprendedor que no merece vivir así.
Esfuerzos ciudadanos para recuperar nuestros espacios se han puesto en práctica con el activismo de Corazón Valiente, las caravanas para devolverle la actividad económica a Altata, y Jalemos con la banda, entre otros, aún no se logra lo deseado, pero la sociedad preocupada levanta la mano y se manifiesta pacíficamente.
Hacer lo que nos toca como sociedad, unir esfuerzos, reconstruirnos, será la tarea de los próximos meses, renacer como el ave fénix, de entre las cenizas, será lo prioritario.
*Periodista independiente, LCC con estudios en Comunicación y gestión política, políticas públicas y gobierno local.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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