Por Lila Abed
Estados Unidos celebrará elecciones intermedias mañana martes 8 de noviembre. Se renovará la totalidad de la Cámara de Representantes (435 curules), un tercio del Senado (35 escaños), 36 gubernaturas y otros puestos a nivel estatal. A dos años desde que inició la administración del presidente Joe Biden, todo indica que el partido gobernante perderá el control de una o ambas cámaras del Congreso. Las elecciones intermedias suelen funcionar como un referéndum del presidente en turno y del partido gobernante, en este caso el Partido Demócrata. A pesar de que la mayoría demócrata es débil en el poder legislativo y los niveles de aprobación del mandatario estadounidense son muy bajos, el presidente Biden ha tenido importantes logros en los últimos años. Entre ellos, destacan la aprobación del American Rescue Plan tras la pandemia de Covid-19, el proyecto de ley de infraestructura, y la ley de reducción de la inflación. Estas tres medidas legislativas colectivamente suman un total de alrededor de 4 mil millones de dólares. Sin embargo, aun cuando la Casa Blanca redujo la tasa de desempleo nacional, designó a la primera mujer afroamericana a la Suprema Corte, e impulsó la legislación más importante en los últimos 40 años sobre el control de armas, los altos índices de inflación, el rápido aumento de las tasas de interés y la caída del crecimiento económico pone al partido gobernante en una desventaja.
La historia muestra que el presidente en turno casi siempre pierde escaños en la Cámara baja a mitad de su período. Desde la administración de Harry Truman, los presidentes han perdido un promedio de 29 escaños en la Cámara de Representantes, la única excepción fue después de los ataques de 9/11 bajo la presidencia de George W. Bush, cuando los republicanos aumentaron 8 escaños en la cámara baja dado el apoyo que existía en la población estadounidense por la guerra contra el terrorismo. Así que no sería inusual que los demócratas perdieran la cámara baja, particularmente porque solo necesitarían retomar cinco escaños para alcanzar una mayoría. En el Senado, la contienda está más reñida y debido a sucesos recientes, como la anulación del histórico fallo de Roe vs. Wade, es posible que los demócratas tengan mayores probabilidades de retener el control de la cámara alta. Las matemáticas también favorecen al partido gobernante, solo tendrán que defender 14 escaños en el Senado, mientras que sus opositores tendrán que defender 21 escaños.
No obstante, estas elecciones en Estados Unidos son sumamente importantes por varias razones. Primero, serán las primeras elecciones desde la insurrección del 6 de enero en el Capitolio, el mayor asalto a la democracia estadounidense desde la Guerra Civil. Segundo, serán una prueba de fuego para saber que tan fuerte sigue siendo la figura del expresidente Donald Trump y que tanto ha penetrado el trumpismo a la sociedad estadounidense. El expresidente republicano ha jugado un papel fundamental en la elección de los candidatos republicanos, la mayoría de ellos (más de 70%) cuestionan la legitimidad de los resultados de la contienda presidencial de 2020. De los 77 candidatos que respaldó Trump en las elecciones primarias del Partido Republicano, 60 ganaron las candidaturas internas. Tercero, definirán en gran parte el futuro de la democracia del país, lo cual sin duda tendrá un impacto a nivel internacional.
De igual forma, los resultados de las elecciones intermedias sentarán las bases para las elecciones presidenciales de 2024. En muchos estados, los ganadores decidirán los métodos de votación que se podrán utilizar en futuras contiendas, determinarán quienes podrán votar, y cómo se cuentan los votos, así como quién controlará la certificación de los resultados electorales. Es decir, los ganadores tendrán la ventaja no solo en la definición de muchas reglas de procedimiento electoral, sino también en los valores que definen a Estados Unidos como nación, entre ellos el derecho al aborto, la educación, la atención médica y la migración. Es por ello, que es importante prestar atención a las elecciones no solo de gobernadores y de legisladores federales, sino también de los funcionarios públicos estatales, como los secretarios de Estado, los fiscales generales y los legisladores locales.
Lo preocupante de este proceso en particular es que, según sondeos, más del 40% de los estadounidenses no creen que el presidente Biden haya ganado legítimamente las elecciones presidenciales de 2020. Una encuesta realizada por la Universidad de Monmouth revela que 61% de los republicanos piensan que hubo fraude electoral en 2020. El Barómetro de Confianza de Edelman de 2022 muestra que solo el 43% de los estadounidenses confían en las instituciones del país. La difusión de datos falsos, las teorías de conspiración, y el extremismo ideológico han profundizado la polarización y la violencia política en el país. En ciertos estados, como Arizona, se han registrado actos de intimidación y de acoso a los representantes de casilla, así como amenazas personales y actos violentos contra candidatos y funcionarios públicos, entre las víctimas recientes se encuentra el esposo de la vocera de la Cámara de Representantes y la segunda en línea a la presidencia, Nancy Pelosi.
Los temas principales que aquejan a los ciudadanos estadounidenses son la inflación, la economía, el aborto, la delincuencia, el derecho a portar armas, la migración, las relaciones con Rusia, y el cambio climático. El voto latino, siendo la minoría más grande, jugará un papel determinante. Los votantes latinos en estados disputados como Florida, Texas y Arizona podrán determinar qué partido controlará el Congreso y los principales cargos estatales. Una encuesta de seguimiento de latinos encargada por la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO), mostró que la economía se ubica como la principal preocupación de los votantes latinos, con un 47%, y que el aborto y los derechos reproductivos, quedó en segundo lugar, con un 30%. En la última semana, la encuesta reveló que los latinos respaldan a los candidatos demócratas para el Congreso a nivel nacional, pero es posible que los candidatos republicanos en contiendas reñidas solo necesiten un pequeño margen de votos latinos para ganar las elecciones. NALEO proyecta que unos 11.6 millones de latinos votarán este martes, casi lo mismo que en 2018.
Aunque las elecciones intermedias no se consideran prioritarias para México, los resultados podrían representar un giro de 180 en la relación bilateral con Estados Unidos. La composición del Poder Legislativo determinará el presupuesto que se le asigna a los distintos proyectos y acciones que Estados Unidos tiene con su vecino al sur. Si los republicanos ganan una mayoría, es muy probable que le suban al tono a temas bilaterales como la migración, la violación de derechos humanos, y la inseguridad en México. Otro punto importante por considerar es que todas las gubernaturas en los estados fronterizos (California, Arizona, Nuevo Mexico, y Texas) se renovarán; cualquier cambio de partido político o de gobernador podría presentar tanto oportunidades como consecuencias para la franja fronteriza entre México y Estados Unidos. Solo cabe recordar la orden de inspección de camiones de carga que impuso el gobernador texano, Greg Abbott, en abril de este año, que obstruyó el tránsito de los vehículos comerciales, provocando grandes pérdidas económicas en ambos lados de la frontera. Así de importantes son estas elecciones para el futuro de la relación entre México y Estados Unidos.
En un momento en el cual las democracias enfrentan una crisis de confianza, las elecciones intermedias en Estados Unidos no solo definirán en gran sentido el futuro del sistema democrático del país, sino que también enviarán un mensaje a todo el mundo de la fortaleza, o la debilidad, de las democracias. Incluso, si la “ola roja” triunfa, y los republicanos retoman el control del Congreso y de la mayoría de las gubernaturas, aliados tradicionales de Estados Unidos podrían interpretar los resultados como el posible regreso de la política de “América Primero” del expresidente Donald Trump en 2024, la cual aisló a la primera potencia mundial de sus responsabilidades a nivel internacional y se enfocó en fortalecer a la economía de su país. Esto podría complicar no sólo la capacidad del presidente Biden para avanzar su proyecto político durante los últimos dos años de su mandato, pero también podría reducir el poder y la legitimidad de Estados Unidos ante el mundo en un momento en el cual existen varias crisis globales urgentes.
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