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Lila Abed

Arrancaron los Juegos Olímpicos de Invierno en China en medio de tensiones internacionales y señalamientos por parte de países occidentales sobre la violación de derechos humanos que impulsa el gobierno de Xi Jinping. Mientras Rusia concentra más de 100 mil tropas en su frontera con Ucrania, el mandatario chino sostuvo una reunión con Vladimir Putin en la antesala de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos en la cual anunciaron una nueva alianza “sin límites” entre las dos potencias nucleares.

Como anfitrión, Beijing intenta reforzar su apoyo internacional y mejorar su reputación, a pesar de que varios países, como Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña y Canadá, anunciaron que no enviarían representantes como parte de un boicot diplomático por el historial de derechos humanos en China.

Es un claro recordatorio de que los juegos se llevan a cabo en un contexto de rivalidad geopolítica que no se había visto desde de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y 44 otras naciones, incluida China, se negaron a asistir a los Juegos Olímpicos en Moscú de 1980, mismo que hizo la Unión Soviética en los Juegos de Verano en Los Ángeles de 1984.

Sin embargo, la reciente inestabilidad internacional no frenó a Xi de juntar a docenas de dignatarios, la mayoría aliados de China, en el Gran Salón del Pueblo, donde disfrutaron de actuaciones musicales y una exhibición de artesanías. Además de Putin, la lista de invitados al banquete incluyó al presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, y al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, así como a un grupo de líderes de Europa y Asia Pacífico.

Estos encuentros marcan un cambio de estrategia para Xi, quien no había viajado al extranjero ni sostenido reuniones presenciales con líderes mundiales desde el comienzo de la pandemia en 2020, debido a la estricta política de tolerancia cero al Covid-19 que impulsa China.

Por eso llama la atención el acuerdo entre China y Rusia. Llega en un momento clave, es un mensaje directo a Estados Unidos de que sus dos rivales más importantes a nivel internacional están construyendo un sistema global paralelo al de Occidente, uno centrado en el poder del Estado, con las instituciones, las leyes y la tecnología bajo su control. Un mundo que limita las libertades democráticas, restringe la actividad de los mercados y el flujo de la información. Bajo este sistema, el respeto a la soberanía de otros países no aplica de la misma manera que en la actualidad.

Xi Jinping, acusado de genocidio contra los uigures en Xinjiang y de querer tomar Taiwán, acompañado de Vladimir Putin, un hombre que sistemáticamente viola los derechos humanos, que invadió Crimea y ahora amenaza con expandir su poderío en Ucrania, le están demostrando al mundo, en medio de un espectáculo internacional, que existe una vía alterna de desarrollo a la que ofrecen Estados Unidos y sus aliados. China y Rusia sustentan el fortalecimiento de sus relaciones como una garantía para mantener un equilibrio estratégico internacional, la paz y la estabilidad mundial. Una especie de contrapeso necesario a la posición hegemónica que ha disfrutado Estados Unidos durante décadas.

El acuerdo “sin límites” para una asociación estratégica engloba cuestiones de coyuntura importantes para la seguridad e intereses de ambos mandatarios. Rusia expresó su apoyo a la postura de China de que Taiwán es una parte inalienable de su país, mientras que China se unió al llamado de Rusia de poner fin a la ampliación de la OTAN a Europa del Este y su demanda de garantías de seguridad de Occidente. Es la primera vez desde la división sino-soviética que inició a finales de 1950 que China toma una posición contundente sobre la seguridad europea para apoyar a Rusia en algo tan fundamental como la OTAN.

Moscú y Beijing también expresaron su oposición a la alianza de seguridad “AUKUS” creada en septiembre de 2021 entre Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, argumentando que aumenta el peligro de que inicie una carrera armamentista en el Indo-Pacífico. Dejaron clara su preocupación por el avance de los planes de Estados Unidos para desarrollar una defensa antimisiles global y desplegar sus elementos a varias regiones del mundo.

Por otro lado, las grandes petroleras rusas, Gazprom y Rosneft, alcanzaron nuevos acuerdos millonarios para suministrar gas y petróleo a China. Representan una oportunidad para que Rusia diversifique sus exportaciones y reduzca su dependencia de Occidente para obtener ingresos, ya que el gasoducto de Nord Stream 2 está atrapado en la tensión de la crisis en Ucrania. Los gobernantes también discutieron la necesidad de ampliar el comercio en monedas nacionales debido a la imprevisibilidad que rodea al uso del dólar, particularmente ante las amenazas del presidente Joe Biden si Putin invade Ucrania.  Las dos naciones se comprometieron a trabajar juntos en materia aeroespacial, el cambio climático, la inteligencia artificial, la seguridad informática, y el control del Internet.

Y aunque jamás mencionan por su nombre a Estados Unidos en el documento, critican los intentos de "ciertos estados" de establecer una hegemonía global, fomentar la confrontación e imponer sus propios estándares de democracia en otros países.

El acuerdo marca la declaración más detallada y asertiva de la determinación de Rusia y China para construir un nuevo orden internacional basado en su visión de lo que significan los derechos humanos y la democracia. Dejan claro que unidos podrán oponerse a Estados Unidos, resistir las sanciones económicas de Occidente, y desplazar su liderazgo mundial. Se unen para defender sus intereses y sistemas autoritarios de la presión occidental.

La verdadera fuerza del acuerdo se pondrá a prueba si Vladimir Putin decide avanzar con un ataque militar en Ucrania y se desata una guerra regional entre Rusia y Occidente. Se confirmaría, o no, qué tanto apoyo existe entre estos dos supuestos aliados. No queda claro si Xi Jinping se quiera involucrar en un conflicto que lo podría distraer de sus objetivos, le saldría muy caro, y duraría años. Putin necesita a Xi, pero el mensaje de fondo de Xi es que él no necesita a nadie.

@lilaabed

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