Por Lillian Briseño

Inicia septiembre y, de paso, los festejos patrios por definición. 

Empieza también el último cuatrimestre y, para muchos, el inicio del fin de año. 

Exagerando, algunos deciden que el puente “El Grito-Los Reyes” comienza a tomar forma a partir del 15 de septiembre para la fiesta.

Qué importa si, según algunas encuestas, la mayoría de los mexicanos no saben de quién se independizó México en 1810.  

Qué más da si piensan que fue de Estados Unidos o de algún otro país del que nos emancipamos.

Para qué reconocer que, aquella madrugada de 1810, Hidalgo no buscaba la independencia, sino defender a la Corona española usurpada por el ejército napoleónico con su arenga “Viva la Virgen de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva el mal gobierno”.

Nada de eso importa, el 15 de septiembre damos el Grito y el 16 lo usamos para lo que más nos guste.  Al fin y al cabo, para eso nos independizamos.

En una jerarquía menor, celebramos también en septiembre el día 13, cuando, en un acto honorífico, un cadete del Colegio Militar se arrojó desde el Castillo de Chapultepec envuelto en una bandera. Con ello, se festeja a los Niños Héroes.

Qué importa que no haya fuentes que acrediten la existencia de dichos niños ni de que uno de ellos, Juan Escutia, se hubiera envuelto en la bandera, y menos que esa batalla se diera durante la guerra contra Estados Unidos. 

Tampoco preocupa que muchos crean que la independencia de México sucedió el 5 de mayo y no en septiembre.

Sea por las razones que sean, el tema es que los mexicanos viven el furor nacionalista del mes de la patria, con sendos festejos oficiales que empiezan con la ceremonia del Grito a las 11 de la noche y continúan con el desfile militar del 16. 

Pero para casi todos los mexicanos, estas fechas se traducen en descanso, excesos, puentes, vacaciones y uno que otro grito también.

Este septiembre de 2024 será, sin embargo, un mes muy especial para México, toda vez que es el último que presidirá el ejecutivo Andrés Manuel López Obrador, siendo el primer presidente que entregará la banda presidencial el 1º de octubre a su sucesora. No será, pues, un sexenio completo, aunque casi.

Será un septiembre que ya se antoja movidito desde el punto de vista político, y que abrió el 1º con el último informe de gobierno, ahora en el Zócalo capitalino, para que el pueblo bueno pudiera ir a escuchar y despedir a Andrés Manuel.

Después será la ceremonia del Grito el 15 de septiembre por la noche, y la expectativa será grande en función de cuántos vivas y a quiénes los dedicará el presidente saliente. Seguramente algún viva habrá para la 4T.

Será, por fin, el último grito que dé un hombre desde que México se independizó, y esto se mantendrá así, al menos, por los próximos seis años cuando sea una mujer quien lo haga. Gran motivo de celebración.

Será un mes en el que, según la voluntad de los mexicanos en las elecciones pasadas y como todo parece indicar, un Congreso con mayoría de Morena podrá hacer los cambios necesarios en las leyes para llevar a cabo las reformas que crea convenientes para su proyecto de nación.

Con ello, quizá, además de las celebraciones propias del mes patrio estaremos agregando alguna nueva efeméride al calendario cívico nacional septembrino. Una en la que AMLO ocupe un papel protagónico y la 4T entre de lleno en los anales de la historia.

De esta manera se sumará, ahora sí, a las grandes gestas históricas que significaron las tres primeras transformaciones oficiales: la Independencia, la Reforma o la Revolución.  Y como ellas, también escribirá su propia versión del pasado.  

Será entonces, sí, cuando muchos gritos se dejarán oír en el país, unos de felicidad o emoción, y otros de tristeza o preocupación. Cada quién según sus filias y fobias.

Y a pesar de todo o por todo ello, septiembre seguirá siendo un buen pretexto para celebrar.

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@LilianBriseño

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