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Por Lillian Briseño

La resolución de la SCJN en el sentido de invalidar la reforma judicial cayó como balde de agua fría para los demócratas defensores de la división de poderes en México. Ignoro si la alternativa que se proponía hubiera provocado, como dicen, una crisis constitucional de peores consecuencias, pero la noticia se sintió como un terremoto.

Horas después, en este mismo martes negro, nos fuimos a dormir en un escenario en el que todo apuntaba a que Donald Trump sería electo presidente de Estados Unidos, como finalmente se confirmó en la madrugada del miércoles. Así o más oscuro el panorama nacional e internacional para este día.

Ríos de tinta corrieron en México y en el mundo a propósito de estas dos noticias en apenas unas horas.

Sobre el caso de la SCJN, se dijo de todo: que si se acabó la democracia en México; que si no hay límites ya para hacer o deshacer con la Constitución; que si Claudia se está dando un balazo en el pie; que si las huestes morenistas están divididas; que algunos líderes están en plan yo no me dejo ni me rajo porque soy muy macho, y háganle como quieran.

Trump, por su parte, volvió a agarrar a los mexicanos de puerquitos en su campaña para decir todo lo malo que son los “bad hombres” de acá. Que si nos van a poner un impuesto de 25% a las exportaciones; que si nos van a regresar a 4 millones de migrantes; que si el T-MEC va a desaparecer; que si los cárteles van a ser considerados terroristas; que si los chinos…

Más allá de México y Estados Unidos, ya no nos debemos preocupar por escenas dantescas como las que acabamos de ver por las inundaciones de Valencia, España, porque Trump dirá que el cambio climático es un invento. Con ello, las emisiones de dióxido de carbono continuarán en el país vecino contaminando a todo el mundo, pero a quién le importa, si Trump dice que el calentamiento global es una mentira.

Las guerras, bueno, las guerras, seguramente, seguirán y los gringos harán sus propios arreglos para que así sea. Trump y Putin ya son muy amiguitos, y Netanyahu saliva al pensar que EUA apoyará aún más a Israel. Algunos dictadores están de plácemes con la llegada del hombre fuerte a la presidencia de nuestro país vecino y se abrazarán celebrando las buenas nuevas para sus regímenes. Enhorabuena Bukele y Milei.

Los gringos estarán muy contentos con su nuevo presidente o, al menos, una muy buena parte de ellos que son los que le dieron su voto de confianza para que pudiera reelegirse. Qué importa que Trump haya sido acusado de 34 delitos a los que podemos agregar expresiones directas de misoginia, homofobia, racismo y discriminación. Nada afecta, pues bajo su tutela, sus electores creen que él logrará lo que tanto ha predicado: Make America Great Again.

Lo que ha sucedido en esta semana, que ya no es la de Halloween, me recuerda aquel meme que aparece en el título de esta columna: “¡Uf, qué semana! Pero apenas es miércoles capitán”.

Y, para el caso de Claudia Sheinbaum, quizá aplique aquello de que: “mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes”, si consideramos todos los tropiezos, por decir lo menos, que su movidito arranque de sexenio ha tenido en apenas dos meses desde que tomó posesión.

En fin, que ha sido difícil salir avante de la semana y, más aún, intentar ser optimistas. No obstante, un poco de perspectiva nos permite ser cautelosos con el presente y recordar que, en el pasado, ha habido tiempos e historias de terror, y momentos mucho más difíciles y oscuros que los que ahora atravesamos. Esperemos que, aunque sea un poquito, la humanidad haya avanzado en eso que llamamos civilización.

En todo caso, no tenemos mucha opción, pues no olvidemos aquello que, con gran sabiduría, decía Cristina Pacheco: “Aquí nos tocó vivir”.

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@LilianBriseño

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