López Obrador ha convocado hoy, 1 de diciembre, a una reunión multitudinaria en el Zócalo capitalino para celebrar el tercer aniversario de su toma de posesión. No me cabe la menor duda de que éste reventará de gente y dejará constancia de que ese 68% de aprobación que anunciaba la semana pasada El Universal es verdadero y que AMLO despierta pasiones entre los mexicanos.
Será la segunda ocasión que celebrará su presidencia, toda vez que en el 2020 no pudo haber festejo en el Zócalo por causa de la Covid-19. Y a pesar de que los contagios siguen a la orden del día y la variante ómicron se ha convertido en una nueva amenaza para el mundo, en México somos muy machos y desafiaremos seguramente al destino, atestando la Plaza Mayor, en la que, según algunas estimaciones, pueden caber hasta 150 mil personas. No obstante, muchas veces se ha presumido que más de 1 millón asistieron a equis evento.
Al igual que otros presidentes, AMLO gusta de reunir a sus seguidores en el Zócalo. Así lo hizo tras el supuesto fraude de 2006, cuando hizo suyo parte del Centro Histórico de la CDMX y Paseo de la Reforma, bloqueó los accesos con su campamento y afectó enormemente a habitantes y comerciantes de la zona. Así lo hizo el 15 de septiembre de ese mismo año, cuando se empecinó en dar el Grito desde ahí, en un franco desafío a Vicente Fox, quien decidió prudentemente ir a Dolores Hidalgo a hacer lo propio en su último año de gobierno. Así lo hizo también en 2018, cuando, después de asumir el Ejecutivo en el Congreso, convocó a una asamblea multitudinaria para celebrar su triunfo y refrendar ahí su compromiso con el pueblo. Y así lo hará hoy, de nueva cuenta, para festejar la mitad de su sexenio y recetarnos, estoy segura, un discurso en el que repetirá los innumerables logros de su gobierno.
Y aunque a AMLO le ha gustado apropiarse de este espacio público, sabemos que en su entorno se realizan cada año las celebraciones cívicas más importantes del país: la marcha del 1 de mayo, Día del Trabajo, la ceremonia del Grito y el desfile cívico-militar, el 15 y 16 de septiembre, respectivamente, y la conmemoración del 20 de Noviembre en recuerdo de la Revolución Mexicana. En todas ellas, por cierto, un protagonista importante es el Ejecutivo, por lo que durante su sexenio López Obrador podrá apropiarse, también, de estos eventos.
El Zócalo capitalino, cuyo nombre oficial es Plaza de la Constitución (curiosamente, en honor a la Constitución de Cádiz, firmada en España en 1812), ha cambiado su aspecto a través del tiempo, sin dejar de ser uno de los lugares más emblemáticos del país. En su área ha habido mercados (el Parián), kioscos, jardines, andadores y, en su momento, fue el parque público más importante de la capital, al que acudían pobres y ricos y en donde se realizaba el famoso Paseo de las Cadenas, del que Casimiro Castro dejara testimonio en su cuadro homónimo. La metamorfosis del Zócalo –nombre que es sabido se le dio a partir de un intento fallido de construcción de un monumento a la Independencia durante la época de Santa Anna, y del que sólo se realizó el zócalo– se ha dado en diferentes momentos en estos 200 años de existencia del país, pero quizá la más importante para efectos de los fines que hoy se realizan ahí sea la que se hizo en 1958, cuando se eliminaron todas las áreas verdes y adquirió la imagen que conocemos en la actualidad, como una plancha enorme de cemento, destinada a convertirse en el espacio público más importante del país y, con ello, lugar favorito para que converjan todas las marchas, manifestaciones, concentraciones, mítines, conciertos y demás eventos multitudinarios, a los que los mexicanos nos hemos vuelto tan adeptos. Icónica sería aquella marcha realizada el 13 de agosto de 1968, durante el movimiento estudiantil, cuando miles de jóvenes tomarían por primera vez este espacio para una manifestación pública.
Desde entonces, causas muy nobles –y otras no tanto– han concluido en sus márgenes, como las marchas feministas recientes y, sobre todo, aquella que se realizó el 8 de marzo de 2019, cuando miles de mujeres salieron del Monumento a la Revolución hacia el Zócalo, tiñendo de morado las principales calles y avenidas del Centro Histórico, en una de las manifestaciones más impactantes y simbólicas que se hayan realizado en el país.
Al margen de marchas, plantones y conciertos, el Zócalo es uno de los espacios más importantes de México por su historia –que data de la época prehispánica– por sus dimensiones –que la hace una de las más grandes del mundo– y por la belleza de su entorno, enmarcada por la Catedral, el Palacio Nacional, el Ayuntamiento y los portales. Con todo ello, se entiende por qué, desde Porfirio Díaz hasta López Obrador, se ha convertido en el lugar favorito de los presidentes para presumir los festejos.
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