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El cinco de mayo en el imaginario
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En 1943, en plena época de oro del cine mexicano, se exhibió en algunos cines la película Mexicanos al grito de guerra, en la que se recreaba aquel cinco de mayo de 1862, cuando el ejército nacional derrotara al francés en una épica batalla en Puebla.  El filme recreaba cómo, cuando nuestros compatriotas se encontraban totalmente derrotados, Pedro Infante -¿quién más?- se apropiaba de una corneta y tocaba el himno nacional que serviría de inspiración a los que ya se daban por derrotados.  Mientras entonaban las estrofas, los soldados iban recuperando la fuerza, la moral y la esperanza, para alzarse contra los enemigos hasta lograr que éstos iniciasen la retirada.  Baleados, mutilados o golpeados, las tropas se lanzaban contra los galos en una secuencia apoteótica que aún hoy provoca orgullo y emoción a quien ve la película. Derrotaban, en suma, al gran ejército francés, que todavía gozaba del prestigio y gallardía histórica que diera fama al napoleónico.

Como sabemos, el cinco de mayo es una fecha importante dentro del calendario cívico nacional. Aquel día, en efecto, los mexicanos derrotaron a los enemigos en el contexto de la intervención francesa. Ésta, había iniciado en 1861, cuando los ejércitos de la Alianza tripartita -conformada por Francia, España y Gran Bretaña-, arribaron al puerto de Veracruz como una manera de presionar al gobierno de Juárez para que honrara los compromisos derivados de las deudas adquiridas con aquellos países y que se verían afectados por la moratoria declarada por el presidente. Esto es, que México había suspendido unilateralmente el pago de la deuda externa por algún tiempo, dada la crisis económica por la que atravesaba, en una decisión que sería rechazada por las naciones afectadas y que traería como consecuencia la invasión. Al final, y tras una serie de acuerdos establecidos en los Tratados de la Soledad, los ingleses y los españoles se retirarían del territorio nacional, mas no así el ejército francés, que develaría su verdadera intención de proseguir con la intervención y la imposición del Segundo Imperio con Maximiliano como emperador de México.

Esta aventura finalizó en 1867 con la retirada del ejército galo, la derrota del ejército imperial, el fusilamiento de Maximiliano y el gran triunfo de Benito Juárez y la República, quien lo sellaría con la célebre frase que todos los mexicanos aprendimos en la escuela y que ha sido clave en la política exterior de México: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Más allá de los hechos históricos que acompañan al cinco de mayo, lo que es verdaderamente interesante es que esta fecha ha quedado tatuada en los mexicanos de una manera especial. Tanto, que casi todos olvidan que un año después los franceses regresarían reforzados a derrotar a los locales, y con ello se facilitaría la llegada de Maximiliano y Carlota. Tanto, que independientemente de lo sucedido en aquella fecha, algunas encuestas revelan que muchos creen, erróneamente, que con esa batalla se consumó la independencia nacional. Tanto, que si bien esto sólo evidencia las deficiencias del sistema educativo, es interesante descubrir cómo, en el imaginario, el cinco de mayo se ha ido posicionando, de manera creciente, como una fecha fundacional. Tanto, que en algún momento del pasado, los niños no iban a la escuela ese día y, aún hoy, el cinco de mayo es considerado día de asueto para muchos en diversas partes y oficinas del país. Así el peso simbólico de aquel triunfo momentáneo.

Pero lo realmente sorprendente, es cómo el cinco de mayo ha sido recuperado por los compatriotas que viven en Estados Unidos, como una fecha mucho más celebrada que al interior de México. Tengo para mí, que aquella película del gran Pedro Infante abonó a que este sentimiento arraigara, pues al tocar el himno nacional, el ejército recupera la dignidad, el orgullo y, sobre todo, la mexicanidad.  La pertenencia finalmente, esa que hace tanta falta cuando se está lejos y se necesita saber que uno forma parte de algo que dejó atrás: familia, terruño, amistades, tradiciones, costumbres; amores en general. Y para reforzar esa emoción, nada mejor que la historia y estos momentos apoteóticos que permiten recordar que todo vale la pena por salvaguardar aquello que tanto queremos.

@LillianBriseno

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