Por Lillian Briseño
El sueño de la reelección ha rondado en la cabeza de muchos presidentes del México contemporáneo, por no decir de los del siglo XIX cuando no sólo lo deseaban sino que lo lograban. El deseo de reelegirse es, pues, quizá su última tentación.
Desde luego que el caso más icónico en la historia de México es el de Porfirio Díaz quien, en efecto, se mantuvo en el poder desde 1876 hasta 1911, con un breve paréntesis de cuatro años entre 1880 y 1884, cuando su compadre Manuel González, ocupó el ejecutivo. Díaz guardaría las apariencias tras su primer periodo, toda vez que fue precisamente la condena a la reelección de Lerdo de Tejada la que lo llevaría a la presidencia de la República, pero poco después descubriría que lo suyo era gobernar, haciendo todo por mantenerse en ella.