Por Lillian Briseño
No quería ir a la marcha de defensa del INE, porque debo confesar que muchas veces he sido una crítica acérrima de los altos sueldos que devengan los consejeros. Bajo el argumento de que de esta manera no tendrían necesidad económica y no serían sobornados por los partidos políticos o los candidatos para “venderse” o sesgar las elecciones hacia uno u otro bando, han recibido salarios que en un país como México considero ofensivos. En ese sentido, creo que ese es un tema que merece revisarse al igual que la reducción de diputados y senadores. Con esto quiero decir que parto de que ninguna institución es intocable y todas son perfectibles.