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Por Linda Atach

El pasado no puede ser cambiado. 

El futuro está aún en tu poder. 

Mary Pickford, actriz, guionista y productora canadiense.

 Desde el cartón negro de Abel Quezada, el 3 de octubre de 1968, a las primeras planas de la misma fecha, pero cincuenta y seis años después, ha pasado un largo trecho.

El desacuerdo entre la negación institucional, los testimonios de personajes como Elena Poniatowska o Luis González de Alba y la creencia popular que hasta el día de hoy, asume miles de muertos, han impedido que nos formemos un criterio claro de la noche de Tlatelolco.

Fue hasta hace pocos años que investigaciones académicas como la de Sergio Aguayo Quezada y Jacinto Rodríguez Munguía hablaron de entre 45 y 60 muertos —The Guardian menciona 365—, además de profundizar en las violaciones a los Derechos Humanos y los crímenes perpetrados por el Estado la noche del 2 de octubre.

Si bien, estas novedades esclarecieron el suceso y explicaron la forma en que un sector de los jóvenes se integró al aparato gubernamental —otros se unieron a la guerrilla—, Aguayo subraya que la revuelta estudiantil activó una movilización civil que “convirtió a la capital en abanderada de la primera transición pacífica en la historia de nuestro país”.

La misma transición que permitió la alternancia de tres fuerzas políticas distintas en 18 años y que hoy distingue al país con la primera presidenta en el poder. Una líder que se formó en la oposición, pero también al interior de la lucha universitaria.

A una semana de su inédita y muy emocionante toma de posesión, Claudia Sheinbaum anticipa su línea. Debo confesar que a pesar de mi predisposición, nuestra presidenta me conmovió e incluso me invitó a otorgarle un primer voto de confianza. Omitiré lo que ya se dijo sobre el compromiso con su predecesor, para aplaudir la propiedad de su discurso y también que en su primera mañanera reprobara la represión y ofreciera una disculpa pública a las víctimas de 2 de octubre. Si el poder está en las formas, en su arranque oficial de actividades, Claudia le dio al clavo.

El problema es que, a pesar de ser piedra angular dentro de los imaginarios colectivos en nuestro país y operar a modo de eje fundacional, para mi generación y sobre todo para los más jóvenes, la noche de Tlatelolco es un mito que se desvanece frente a la desmemoria y la injusticia en torno a la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en 2014, las decenas de cuerpos hallados en las fosas clandestinas en San Fernando (2011) —y que hoy pueden hallarse a lo largo y ancho del país—, la masacre de la familia LeBarón en el municipio de Bavispe, Sonora en 2019, la asfixia por descuido de más de 40 migrantes en un centro de detención en Ciudad Juárez en 2023 o la vergonzosa decapitación del presidente municipal de Chilpancingo, Alejandro Arcos, apenas el pasado 4 de octubre y después de haber solicitado más protección.

Si en verdad quiere trascender y demostrar que las mujeres sí podemos; nuestra presidenta debe revisar y atender la historia que la precede sin minimizarla. No hay manera de negar los 200 mil homicidios, los 115 mil desaparecidos y las más de 500 denuncias de crímenes de Estado que se le adjudican a Andrés Manuel López Obrador.

Tampoco le será posible seguir restándole importancia a los más de veinte feminicidios que se perpetran cada día en nuestro país, aunque los datos oficiales reconozcan muchos menos.

Así, si nuestra mandataria se decide por el camino de la justicia y la reconciliación, lo óptimo sería que su disculpa se extienda a las mujeres con el compromiso de no permitir más impunidad frente al feminicidio y la violencia de género y que, además de practicarse en las instancias gubernamentales, la equidad se refleje en el día a día, la seguridad en las calles, el transporte público, el hogar, la escuela, pero más que nada, en el ánimo y las acciones de la sociedad.

No se trata sólo de llegar al poder, el logro está en afianzarse, mantenerse y demostrar el éxito con resultados.

Las mujeres esperamos mucho de Claudia, ojalá su intuición femenina la guíe y le permita comprenderlo.

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@lindaatachz

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