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Por Lourdes Encinas

“¿Hacia dónde va el mundo? El mundo va a la derecha. La resaca democrática ha terminado en hastío”. (Fragmento del artículo inaugural de la revista Gerarchia en febrero de 1922, autoría de Benito Mussolini, citado por Antonio Scurati en su libro M. El hijo del siglo.

Siempre pensé que, si las comunicaciones hubieran estado más avanzadas para difundir con mayor rapidez las atrocidades de Hitler y las fuerzas del Eje, el mundo habría actuado antes y con mayor contundencia para detenerlos. Pero la realidad actual me hizo estallar esa burbuja.

Las comunicaciones tienen un alcance global inédito que nos ha permitido presenciar en tiempo real el ascenso de líderes autoritarios que podrían superar esas atrocidades, así como crisis humanitarias que observamos con indiferencia.

La historia reciente está plagada de ejemplos donde la comunidad internacional ha tardado en intervenir o simplemente no lo ha hecho, como en Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Nicaragua, Haití, Venezuela y Palestina, entre otros.

Esta inacción global se debe a una combinación de factores que incluyen la indiferencia, la complejidad geopolítica, los intereses económicos, el debilitamiento de las organizaciones internacionales y la propaganda amplificada por algoritmos.

Sin embargo, lo más preocupante me parece otro: la creciente simpatía ciudadana por el autoritarismo. 

El atractivo del “autoritarismo eficaz”

Diversos estudios sobre el estado de la democracia en el mundo coinciden en señalar su debilitamiento y el resurgimiento de regímenes autoritarios que restringen derechos y libertades. (Aquí algunos ejemplos: https://ourworldindata.org/democracy ).

− El Índice Global de la Democracia de The Economist, reportó un retroceso mundial, pasando de un puntaje total de 5.55 en 2008 a 5.23 en 2023.

 

− La clasificación de Regimes of the World (Regímenes del Mundo) muestra que el número de países democráticos en el mundo alcanzó un máximo en 2016, con 95 democracias electorales, pero cayó a 91 en 2023. Lo mismo ocurrió con las democracias liberales, que bajaron de 43 en 2012 a 32 en 2023.

− El Latinobarómetro 2024 señala que las preferencias por un régimen autoritario en la región se han mantenido estable los últimos 30 años, con fluctuaciones entre el 19% en 2011 y el 13% en 2020

Además, destaca que en los países latinoamericanos han crecido las preferencias por un gobierno no democrático, pero que resuelva los problemas, pasando de 44% en 2002 a 53% en 2024.

Estamos en un momento en el que las personas ya no eligen gobernantes a pesar de sus rasgos autoritarios, sino precisamente por ellos. Está ganando la retórica de un gobernante fuerte, nacionalista, que promete mejorar la calidad de vida mediante decisiones radicales.

Así, en México volvemos a un régimen de partido único con control absoluto; en Estados Unidos, Donald Trump es reelecto con su promesa de recuperar la "grandeza perdida", mientras que en Alemania avanza electoralmente el partido ultraderechista Alternativa para Alemania.

Estas narrativas resuenan en la desigualdad, la inseguridad y la corrupción persistentes, ya que los gobiernos democráticos no han logrado cumplir su promesa de construir sociedades más equitativas y prósperas.

Quienes crecimos en sistemas relativamente democráticos también fallamos en transmitir su importancia a las nuevas generaciones. Peor aún, no supimos demostrar que, pese a sus imperfecciones, la democracia es el mejor sistema para proteger los derechos humanos y resolver conflictos de forma pacífica. 

Hoy, ante el auge de líderes autoritarios que ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos, debemos recordar que la historia demuestra el alto precio de sacrificar libertades por promesas de orden y progreso. 

La verdadera tragedia no es solo que no detendríamos a un nuevo Hitler, sino que, quizás, muchos lo aclamarían como salvador.

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