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Por Lourdes Encinas
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“La obediencia anticipada es una tragedia política”,

Timothy Snyder, Sobre la tiranía.

 

En su libro Sobre la tiranía (Galaxia Gutenberg, 2017), el historiador Timothy Snyder introduce un concepto crucial para entender la erosión democrática: "no obedecer por adelantado", que advierte contra la anticipación y normalización de medidas autoritarias.

Con este concepto, el autor sugiere que las sociedades a menudo facilitan el camino hacia el autoritarismo al adaptarse prematuramente a lo que perciben como inevitable, enseñándole a quienes ostentan el poder hasta dónde pueden llegar sin enfrentar oposición.

Pone como ejemplos las elecciones de Alemania en 1932 y de Checoslovaquia en 1946, que llevaron al poder a gobiernos autoritarios. En ambos casos, una mayoría significativa de la población ofreció voluntariamente su apoyo a estos regímenes y después fue imposible revertir pacíficamente esos primeros actos de conformidad ciudadana.

En México, esto se manifiesta en la aparente resignación de ciertos sectores ante las reformas que modificarán sustancialmente el equilibrio de poderes y la estructura constitucional del país, como la elección de jueces por voto popular, la llamada “supremacía constitucional” y la próxima desaparición de los organismos autónomos.

Aunque se presentan un “mandato ciudadano”, son medidas que abren la puerta a la concentración de poder, que debilitará los contrapesos institucionales, esenciales para la supervivencia democrática.

La respuesta social a estas iniciativas ha sido mixta. Por un lado, están las manifestaciones de integrantes del poder judicial, ministras y ministros no alineados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ejemplifican el principio de “no obedecer por adelantado”, al negarse a normalizar reformas que afectarán el Estado de derecho. 

Por otro lado, se percibe un proceso de normalización en algunos sectores, donde la retórica de la "transformación necesaria" ha logrado generar una aceptación preliminar de medidas que, en otras circunstancias, habrían provocado mayor resistencia. Esto refleja precisamente la advertencia de Snyder: la tendencia a adaptarse a potenciales escenarios autoritarios antes de que estos se materialicen.

Esta obediencia anticipada yo la divido en dos partes: la de quienes se han resignado a que las cosas ahora son así y nada puede hacerse para evitarlo, y la de quienes se han paralizado por no saber cómo reaccionar ante esta oleada de cambios e incertidumbre.  

El desafío no es menor, pero quienes vivimos en la época del autoritarismo priísta, sabemos que hay alternativas para seguir pugnando por un país de equilibrios y derechos. Será otra vez una carrera de resistencia, que requiere paciencia, compromiso y valor ciudadano.

La verdadera prueba para la democracia mexicana no está únicamente en las reformas aprobadas, sino en nuestra capacidad para mantener una postura crítica y activa, aun cuando el ambiente político sugiera la inevitabilidad de ciertas decisiones de la clase gobernante.

La respuesta que demos a las reformas aprobadas no sólo determinará la estructura del Poder Judicial o la interpretación constitucional, sino que también establecerá precedentes sobre nuestra capacidad de resistencia democrática. 

Nuestro reto como sociedad, incluyendo a la ciudadanía, sector empresarial, académico y organizaciones civiles, es no obedecer por adelantado.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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