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Por Leticia Bonifaz

La reforma judicial que sigue su curso, otras reformas constitucionales recientes, más la reconstrucción inminente del orden mundial van a obligar a que las Escuelas y Facultades de Derecho no sólo modifiquen algunos planes de estudio, sino que los docentes replanteen los contenidos de sus cátedras.

No es la primera vez que pasa que una reforma legislativa (mayor o menor) obliga a ello. Cuando yo era estudiante en la Facultad de Derecho de la UNAM cambió el derecho administrativo a partir de una nueva Ley Orgánica de la Administración Pública Federal impulsada por Alejandro Carrillo Castro durante el gobierno de José López Portillo. También me tocaron cambios importantes en el Derecho fiscal por la reforma al IVA.

A mis compañeros especialistas en Derecho Penal y en Procesal Penal les tocó el impacto del sistema penal acusatorio ya en este siglo. En este siglo también, a partir del 2011, se habló del nuevo paradigma en materia de Derechos Humanos y no solo se adicionó una materia más, sino que, de manera transversal, se cambiaron contenidos en distintas asignaturas. Los cambios paulatinos pueden considerarse normales.

¿Qué tienen entonces de diferente los cambios actuales?  Podría pensarse que el impacto mayor lo va a tener el Derecho Constitucional por los cambios en el Poder Judicial, estructura de la Corte, del nuevo órgano de vigilancia a los jueces y la denominada supremacía constitucional, pero también en esa materia y en teoría del Estado se tendrá que revisar de manera crítica la división de poderes y el sistema de contrapesos que se tornará inexistente con la desaparición de facto  de la posibilidad de promoción de acciones de inconstitucionalidad y controversias constitucionales.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.