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Por Luciana Wainer

La historia es harto conocida: a un hombre, en medio de la noche, se le pincha una llanta en una carretera que recorre varios kilómetros de campo abierto. Al abrir la cajuela para buscar las herramientas y cambiar la llanta, el hombre se da cuenta que no trae gato. Desesperado, empieza a pensar en qué puede hacer en medio de la nada y a esas horas de la noche, hasta que vislumbra, a la lejanía, una pequeña casa. Sin más opciones, nuestro protagonista camina en dirección a la casa y empieza a pensar en las diferentes opciones que le esperan: ¿y si nadie abre la puerta? ¿Y si no tiene gato? ¿Y si despierto al dueño de casa y decide no prestarlo? ¿Y si me pide dinero? A medida que se acerca, los escenarios en su cabeza se vuelven más catastróficos: ¿Y si tiene un arma? ¿Y si me estafa? ¿Cuánto dinero podría pedirme? ¿Será capaz de exigirme 1000 pesos? ¿2000? ¿5000? Cuando se da cuenta, ya está frente a la puerta y toca. Al principio, silencio; las ideas del hombre parecen confirmarse, pero a los pocos minutos, se escuchan pasos y alguien abre la puerta. “¿Sabe qué?”, grita el hombre. “Métase el gato por el culo”.

La moraleja es evidente: lo que ocurre dentro de nuestras cabezas también construye realidad; la moldea, la crea, la distorsiona. Los monstruos toman forma y cuerpo, como el meme en el que la pareja se despierta enojada porque soñó que su acompañante le era infiel. Esta simplificación —la mayoría de las fábulas lo son— propone pensar en la tan hablada, pero poco atendida, salud mental. Y digo poco atendida porque, a pesar de la pandemia, el auge de la salud mental como discusión pública y la incorporación del tema en las promesas de los tomadores de decisiones, el presupuesto aprobado para este año presentó una disminución del 13% respecto al año anterior para la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones, pasando de 2 mil 466 millones en 2024 a 2 mil 146 millones en 2025.

Aquello que está en nuestras cabezas, entonces, no solo se determina por las circunstancias exteriores y nuestra personalidad, sino que es resultado de la combinación de cientos de variables que abarcan las presiones sociales, los ideales inalcanzables, el exceso de trabajo o la falta de él, el estrés, las experiencias traumáticas, la desigualdad económica, entre muchas otras. A esto, pueden sumarse desequilibrios químicos y alteraciones en los neurotransmisores. Es decir, variaciones que no se arreglan con “echarle ganas”, pero que por décadas se han afrontado socialmente como una cuestión de voluntad más que de salud. Y si quien lo vive es, además, una mujer, es probable que el diagnóstico llegue tarde o nunca llegue: los estudios sobre sesgos de género en el diagnóstico y tratamientos de salud demuestran que las mujeres recibimos, en promedio, el diagnóstico de las enfermedades cuatro años más tarde que los hombres. Esto se debe, en parte, a que históricamente hemos estado subrepresentadas en los estudios clínicos y preclínicos, como el ensayo sobre viagra femenino que probó la interacción del medicamento con alcohol en veintitrés hombres y solo dos mujeres.

Ahora bien, si hablamos de los hombres y la salud mental, los roles y estereotipos de género también tienen consecuencias devastadoras. Un informe de The Telegraph señaló, en 2020, que solo el 15% de los hombres acudía a terapia o había recibido medicamentos psiquiátricos contra el 26% de las mujeres. Sin embargo, en México, en 2023, de los 8 mil 837 suicidios que se registraron a nivel nacional, 8 de cada 10 fueron en hombres. Y el suicidio constituyó, además, la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 24 años.

En definitiva, y aprovechando la conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, vale la pena recordar que la salud mental es un tema de salud pública y, como tal, requiere toda la atención, trabajo y el presupuesto suficiente para que sea atendida por las autoridades en la materia. Pero la lucha contra la estigmatización y discriminación asociadas con la salud mental nos toca a todos, a todas.

*Luciana Wainer es maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE. Titular del informativo matutino en Radio Chilango y del noticiero vespertino en ADN40

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