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Por Marcelina Bautista
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El 8 de marzo y 1 de mayo también las trabajadoras del hogar nos hacemos escuchar ¡Si no hay contrato, yo no trabajo!, ¡Convenio 189 ya! ¡Por un trabajo digno! ¡Seguridad Social obligatoria! ¡Aún hay tiempo! ¡Señor presidente no deje para mañana lo que puede hacer hoy! ¡Ponte los guantes por los derechos de las trabajadoras del hogar! han sido algunas de nuestras consignas para visibilizar nuestros derechos, las discriminaciones, explotación, violencias y la falta de leyes que igualara nuestras condiciones al resto de trabajadores.

Desde que se reconocieron nuestros derechos en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la Ley Federal del Trabajo y en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el mundo volteó a vernos. Han pasado 12 años, pero como si no hubiera ley.

El trabajo del hogar está muy lejos de ser un trabajo decente como lo plantea la OIT. Lo importante es que las personas trabajadoras del hogar cuentan con derechos básicos como: contrato de trabajo por escrito, salario digno, jornada de trabajo justa, No discriminación, vacaciones, aguinaldo, seguridad social, entre otros. Las personas trabajadoras del hogar ya reclaman sus derechos por ley, cuando se puede, y las personas empleadoras hasta se sorprenden con comentarios sobre ellas que “hasta derechos piden y ya no quieren hacer nada” “son muy flojas y quieren ganar mucho” “tú no trabajas en una empresa para exigir prestaciones laborales”.

¿Por qué desvalorizar tanto un trabajo que permite la realización personal y cuidado de tu familia y tu hogar, cuando tú no puedes hacerlo ni cuidar?  

La situación de los derechos de las personas trabajadoras del hogar ha sido muy desigual y en desventaja en muchos sentidos. Aún en los países con más avances, se siguen enfrentando obstáculos que solo pueden ser posibles cuando las trabajadoras del hogar hablamos, nos organizamos para conquistar esos derechos y no solo pedirlos, es decir, que “¡los derechos no se piden, ni se conceden, se conquistan!” así lo logramos en México.

Con esto retomo un texto de mí libro Imperceptibles: vida y lucha de Marcelina Bautista Bautista, de Rodrigo Quintero Murguía, que ya está disponible en tiendas digitales e-Book.

“He esperado este momento durante más de 30 años, desde la primera vez que comencé a organizarme con otras trabajadoras del hogar para conmemorar el 30 de marzo como hoy. Este triunfo va por todas las trabajadoras del hogar que son madres y que cuando han querido salir a trabajar no encontraron con quién dejar a sus hijos, ni hallaron una guardería que les abriera las puertas. Este triunfo va por las trabajadoras del hogar que se han embarazado y no han logrado tener acceso a los servicios de maternidad. Esta victoria es por todas las trabajadoras del hogar que se han retirado de la vida laboral sin un peso, con las manos y el cuerpo cansado después de más de 50 años sirviendo en distintos hogares.

Este triunfo es para que ustedes puedan jubilarse dignamente con los fondos de su propio ahorro. Este triunfo va por todas las trabajadoras del hogar que han soñado con comprar una casa algún día como resultado de su trabajo.

Esta victoria también es por aquellos grupos que no han logrado la seguridad social; es por todos los grupos indígenas que aún no tienen acceso a los servicios básicos de salud. Esta victoria es para decirles que si se puede; que no paremos de luchar por esos derechos hasta conseguirlos.

Esta victoria para decirles que no se cansen. Y que no nos cansemos. Hoy fuimos las trabajadoras del hogar las que logramos acceder a la seguridad social, pero mañana serán ustedes. Compañeras, sepan que los poderes de la unión que gobiernan este país hoy están trabajando para nosotras, no porque así lo hayan decidido, si no porque los hemos presionado lo suficiente para que lo hagan. No dejemos de alzar la voz nunca. Jamás olvidemos que los derechos no se piden, ni se conceden, se conquistan.

[…]

Tantos años, tantas luchas, tantas vidas para que el día de hoy, por fin, dejáramos de ser imperceptibles”

Así es la historia de las personas trabajadoras del hogar, así ha sido nuestra lucha.

Aprendimos a exigir a los tomadores de decisiones nuestros derechos, nuestro espacio que por ley merecemos, así como continuamos la lucha que comenzaron otras, seguiremos para pasar la corresponsabilidad a las otras compañeras que siguen, hasta que ninguna trabajadora del hogar se quede sin derechos.

El liderazgo de las trabajadoras del hogar en la incidencia para contar hoy con resultados tangibles ha sido un gran proceso, para cambiar las leyes y discursos, participamos en todos los espacios posibles para colocar nuestra agenda de demandas para deconstruir desigualdades y dejar de ser invisibles e infravalorado nuestro trabajo. Ya nos dimos cuenta de que seremos escuchadas y tomadas en cuenta cuando hablemos por nosotras mismas y desde nuestras historias, nadie tiene que decidir por nosotras.

Este es un trabajo feminizado, que se lleva a cabo en el ámbito privado, se encuentra atravesado por las dinámicas de poder entre género, con relaciones de desigualdad y violencias, además del clasismo y discriminación.

El 30 de marzo, es el día internacional de las trabajadoras del hogar.

Este día fue establecido en 1988, en Bogotá Colombia, lugar que se celebró el primer congreso Latinoamericano y del Caribe de trabajadoras del hogar, donde se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (CONLACTRAHO) también se instituyó este día como Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, como fecha conmemorativa y de reivindicación de nuestro sector compuesto en su mayoría por mujeres indígenas, niñas y migrantes.

Twitter @MarceBautistaB  
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Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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